No habrá, en la China Cup, jugadores de elite ni superestrellas. Tampoco, salvo Chile, equipos del primer mundo futbolístico. No será un torneo que acapare demasiada atención ni deje, probablemente, mucho para la posteridad. Se trata, en definitiva, de un campeonato que parece tener más fines comerciales que deportivos. Porque lo cierto es que la Roja se juega en China poco y nada. Enfrentará, primero, a Croacia, una selección que vivió su mejor época hace 19 años, cuando el país recién nacía. Luego, ya sea en la final o por el tercer lugar, se medirá con China o Islandia: dos selecciones secundarias, cuya tradición futbolística es tan pobre como desconocida.

¿A qué va Chile, entonces, a un torneo inédito que se juega en el otro lado del mundo y que lo obligó a viajar durante dos días y adelantar su reloj en 11 horas? Juan Antonio Pizzi, el DT, dice que para probar nuevos jugadores. Y por eso aparecen en la nómina hombres como Guillermo Maripán, Gabriel Castellón y Pablo Galdames, todos con potencial de recambio. También lo hacen otros mayores pero que hace rato se borraron del mapa: Carlos Carmona, Ángelo Henríquez y Junior Fernandes. Y para darle peso al equipo, algunos habituales: Jean Beausejour, Chapa Fuenzalida y Eduardo Vargas.

Más allá de la Roja y sus jugadores, el torneo refleja la obsesión china por comprar el fútbol. Carlos Bilardo, ex DT de Argentina, le aseguró a este medio que recibió una oferta millonaria del gobierno chino por liderar un proyecto a largo plazo que busca potenciar el fútbol en el país. Manuel Pellegrini, hace unos meses, firmó el mejor contrato de su vida con el Hebei Fortune. Y hoy, incluso, cinco de los 10 jugadores mejor pagados del mundo están en la Superliga del gigante asiático.

Según Enzo Cozzi, sociólogo y experto en la cultura del citado país, el fenómeno tiene raíces gubernamentales. Y vislumbra que, de seguir la inversión, en pocos años China se convertirá en una potencia futbolística: "Si el gobierno está invirtiendo tanto dinero en esto, pensando a largo plazo, tarde o temprano se convertirán en los mejores del mundo. Cuando los chinos se proponen algo, lo consiguen. Es uno de los países más disciplinados, con mucho amor por el estudio, por la destreza de la persona".

Explica que ya ocurrió, alguna vez, con la gimnasia. Que para los Juegos Olímpicos de 2008 invirtieron una cantidad de dinero jamás antes vista. Y que así, como en el deporte, ocurre en todas las áreas: lo ejemplifica con las ciencias exactas, donde China es una potencia.

En ese escenario, la Roja de Pizzi buscará su renovación. China, en cambio, intentará seguir con su despegue hacia la cima del fútbol mundial.