2016 representó para Universidad Católica un año fructífero. Los cruzados ganaron los dos torneos de ese año y rompieron una maldición que había partido en 2010, cuando obtuvieron su último título en Primera División antes del bicampeonato que, con Mario Salas en la banca, y de la mano de figuras como Nicolás Castillo y Diego Buonanotte, celebraron el año pasado. Ese éxito ilusionó a todo el mundo en Las Condes. Se plantearon prolongarlo este año a nivel nacional y, por cierto, también en el plano continental. Y partir este semestre.

Sin embargo, la UC se quedó con las manos vacías. Al menos a estas alturas del año. Lo único que logró fue asegurar el primer puesto en la tabla acumulada y, por ende, un pasaje a la definición de la Supercopa. De la opción del tricampeonato se había despedido hace un par de semanas. Hoy ocupa el cuarto puesto con 22 unidades, a cinco del líder, Universidad de Chile. Así, le resulta imposible siquiera ilusionarse con la corona. En el mejor caso, podría superar a Universidad de Concepción, el tercero en la clasificación. Muy poco para una escuadra que, como está dicho, se ilusionaba con ganarlo todo. O, al menos, con prolongar su estadía en la Libertadores. Y que ahora tendrá que conformarse como uno de sus archirrivales, Universidad de Chile o Colo Colo, se alzarán con la corona.

La caída de anoche, frente a Atlético Paranaense confirma un semestre nefasto. Los cruzados, con apenas cinco puntos, remataron en la última ubicación en el grupo. No fueron capaces de vencer el equipo brasileño (ante los cuales sumaba nueve victorias en San Carlos de Apoquindo) y ni siquiera tuvieron que mirar hacia Buenos Aires, donde San Lorenzo venció a Flamengo. Sus últimos tres partidos culminaron con derrotas.

Las miradas, ahora, vuelven a estar puestas en la vigencia del ciclo de Mario Salas. En Las Condes se habían reservado la evaluación para el término del semestre. El Comandante, adorado hasta diciembre en las tribunas de San Carlos, ahora ya no goza del respaldo pleno de los hinchas, quienes le cuestionan sus decisiones. Ayer, ni siquiera quiso aventurar una evaluación. "Sólo hablaré del partido", advirtió.

La dirigencia encabezada por Juan Tagle, por el momento, se manifiesta con mesura. Las decisiones, en cualquier sentido, se adoptarán sólo después de que concluya el Clausura. Eso sí, ya tiene claro que ninguno de los objetivos se cumplió. La UC se quedó sin Libertadores, Sudamericana ni tricampeonato.  Con las manos vacías.