El Senado argentino aprobó hoy un polémico plan de reforma al sistema electoral, en una sesión apresurada por el gobierno antes de que pierda este mes el control del Congreso.
Tras más de siete horas de debate, el Senado aprobó por 42 votos a favor y 24 en contra el proyecto.
El gobierno argumenta que con la propuesta busca fortalecer los partidos y la participación ciudadana, pero la oposición teme que sea utilizada para aumentar el control gubernamental sobre la actividad política.
La propuesta -que ya había recibido el visto bueno de la Cámara de Diputados- establece la celebración de primarias abiertas, simultáneas y obligatorias para todos los partidos que postulen precandidatos a cargos electivos nacionales.
La Presidenta Cristina Fernández y su esposo, el ex mandatario Néstor Kirchner, sufrieron un fuerte revés en las elecciones legislativas de mitad de mandato, celebradas en junio, en las que perdieron el control del Congreso.
La nueva composición del Poder Legislativo asumirá sus funciones el próximo 10 de diciembre.
Según el gobierno, la reforma apunta a normalizar el sistema político argentino, que sufrió un enorme debilitamiento tras la crisis que azotó al país en 2001/2002, que se extendió a las mayores agrupaciones partidarias, el gobernante partido Justicialista (peronista) y la Unión Cívica Radical (UCR).
Opositores cuestionan que la nueva norma restrinja el financiamiento privado de las campañas electorales, dejando en manos del Estado el control de la política.
"Es una reforma política para controlar el Partido Justicialista (peronista). Esta es la situación", dijo a periodistas extranjeros sobre la reforma el gobernador de la pequeña provincia de San Luis, Alberto Rodríguez Saá, un peronista disgustado con las políticas de los Kirchner.
La legislación apunta a recuperar el sistema de elecciones primarias de los partidos para escoger sus candidatos.
El peronismo, que gobernó Argentina en 18 de los últimos 20 años, realizó por última vez elecciones internas directas para elegir un candidato a la presidencia en 1988.
En la crisis de fines del 2001, el país tuvo cinco presidentes en 10 días y en las elecciones generales del 2003, las primeras tras el colapso institucional y económico, el peronismo presentó tres postulantes a la presidencia tras fracasar en la organización de primarias.
El radicalismo, en tanto, sufrió una atomización tras el colapso del Gobierno que encabezó Fernando De la Rúa, quien fue electo en 1999 y renunció en el 2001 en medio de la peor crisis económica de la historia argentina.
Varios de los políticos más prominentes de la centenaria UCR se sumaron al Gobierno peronista que encabezó Néstor Kirchner entre el 2003 y el 2007, e incluso el radical Julio Cobos se convirtió en el vicepresidente de la actual mandataria.