Fue en enero cuando el senador de RN Andrés Allamand convenció a su par de la UDI Hernán Larraín sobre la necesidad de un cambio de régimen político.

Ambos habían estado trabajando en el llamado "Manifiesto republicano", para dar mayor densidad conceptual a las ideas de la centroderecha. Pero nada se había ahondado sobre una modificación constitucional del actual régimen de marcado presidencialismo.

Tras un análisis de la contingencia, ambos socializaron la idea con pares de la vereda de enfrente: Andrés Zaldívar (DC), Felipe Harboe (PPD) y Carlos Montes (PS).

Allamand se contactó primero con Zaldívar, quien al asumir la presidencia del Senado señaló que estaba de acuerdo en avanzar hacia un sistema "semipresidencial, al estilo de los países europeos".

El grupo, así, llegó a un diagnóstico común que fue plasmado en un primer borrador en marzo: la proliferación de partidos, el quiebre de alianzas, la superposición de candidaturas presidenciales y el nuevo sistema electoral que "ya no confluye a la configuración de grandes bloques" ameritan un cambio de régimen político, fue el análisis.

Una transformación, dicen, que no favorecería solo a un sector, porque quienquiera que gane la próxima elección tendrá una gobernanza "muy difícil", comentan.

Hoy los cinco senadores anunciarán en el ex Congreso en Santiago su propuesta de reforma constitucional que, sin alterar la esencia del régimen presidencial, permitirá a quien gobierne en el futuro recurrir a instrumentos institucionales que le faciliten la gobernabilidad, con fórmulas que se aproximan a un régimen semipresidencial.

Entre ellas, otorgar mayores facultades a ministros para coordinar la acción del gabinete y mayor responsabilidad política al Parlamento sobre la gestión del Ejecutivo.

"Somos todos o ninguno", comentan sobre la necesidad de que no solo sea una iniciativa "de transición moderada", sino que respaldada por todos los sectores del actual Congreso