Lejos de la postal de praderas verdes y disposición casi ilimitada de agua con la que se asocia al sur, algunas comunas de la región de Los Lagos están viviendo los efectos de la escasez hídrica que afecta a gran parte del país y que se extiende cada vez más.

En San Juan de La Costa, provincia de Osorno, 1.500 familias ya no cuentan con agua para la bebida y tienen que abastecerse  con camiones aljibes desde noviembre. "Empezamos ayudando a 200 familias a principios del verano, ahora con cuatro camiones aljibes alcanzamos a cubrir sólo a 900 familias, con 40 mil litros cada tres días. La situación se ha tornado muy crítica para la agricultura familiar campesina", señala el alcalde Bernardo Candia.

La razón: la falta de lluvias en primavera-verano afectó la reposición de los pozos, lo que sumado al cultivo de pino y eucaliptus, ha mermado la disposición de agua para las personas, así como para las praderas que alimentan el ganado. La situación se repite -según informó la Onemi de Los Lagos- en otras 10 comunas  de esa región (ver infografía), afectando en total a 26.840 personas.

Pese a que en medios locales  se anunció la declaratoria de emergencia agrícola para San Juan de La Costa, el Ministerio de Agricultura descartó que esto se haga en lo inmediato, ya que antes deben cumplirse parámetros técnicos y también se debe considerar la posibilidad de próximas lluvias.

"Estamos analizando con detalle la información y están abiertas dos posibilidades: decretar zona de emergencia, tema que vamos a decidir la próxima semana. Y la otra, establecer algún programa especial del Indap para el forraje durante los próximos meses", explicó el ministro de Agricultura, Carlos Furche. "No los vamos a dejar solos", remarcó.

Entrega de recursos

En lo inmediato, el subsecretario de Agricultura, Claudio Ternicier, anunció que se liberaron $ 835 millones de Indap para ir en ayuda directa de los agricultores de Los Lagos.

Ahí, los problemas se han extendido a otros puntos como Chiloé, y particularmente con mayor gravedad  en Ancud, donde el municipio reparte agua a unas cinco mil personas, ya que los pozos se secaron. En Quemchi, entre enero y marzo, 3.500 personas debieron convivir con cortes de agua programados durante la noche, e incluso con días sin abastecimiento, debido a la baja del estero que alimenta el sistema de agua potable municipal.

Más al sur, en Aysén, la falta de agua ha obligado a campesinos a vender sus animales a un precio bajo el valor de mercado y a comprar los fardos de paja con un 60% de recargo, situación que ha llevado al Ministerio de Agricultura a entregar un bono de emergencia de hasta $ 250 mil.

Los más de 800 predios presentan distintos grados de carencia hídrica, siendo los más afectados los de Río Ibáñez y Cochrane, donde hay un 60% menos de forraje. Ante este escenario el gobierno dispuso de un Bono de Emergencia que llega hasta unos $ 250.000 para 1.500 campesinos beneficiarios del Indap.

"Se están dando estas sequías estivales en el sur en forma más permanentes. El  problema es que si las praderas no reciben lluvias, se secan muy rápido", explica el agroclimatólogo de la U. de Chile, Fernando Santibáñez.

Según habitantes de la región, desde hace unos 15 años comenzaron a experimentar cambios climáticos, reflejados en menor proporción de lluvias y nieve, e incluso en la disminución del tamaño de los ventisqueros.

"Esa cordillera nunca la había visto así como ahora, sin nieve. Del año pasado que viene seco, y de lo poco que nevó, ahora este año está peor", afirmó César Reyes, poblador del sector Río Maitén, distante a 38 kilómetros de Cochrane.

La zona de estepas, próxima a la frontera con Argentina, presenta niveles aún  mayores de sequía. "No sólo Cochrane es uno de los lugares afectados, sino también la zona de estepa de la cuenca del Lago General Carrera, como también en Río Ibáñez, La Tapera, Lago Verde (…), aunque tampoco podemos hablar de emergencia", afirmó el seremi de Agricultura de Aysén, Horacio Velásquez.

La falta de agua afecta principalmente a pequeños agricultores, poseedores de huertos y una cantidad reducida de animales, que en total rondan los seis mil. Los grandes productores cuentan con sistemas tecnificados para el agua.

"Estamos sufriendo gravemente el problema de la sequía y de forraje, por lo que a la gente le urge vender sus animales. El problema son los precios. El año pasado se vendió a $ 1.150 el kilo de ternero y este año la venta está a unos $ 700. Tampoco podemos costear el precio del fardo de pasto, que llegó a $ 5.000. Antes estaba a unos $ 2.500", dijo Blanca Maureira, presidenta de la AG Río Ibáñez, dueña de 30 animales.