El Presidente colombiano, Juan Manuel Santos, enfrenta dos bombas de tiempo y ambas están a punto de estallar. El 19 de noviembre se cumple un año del comienzo del diálogo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), cuya falta de resultados le está pasando la cuenta al mandatario. Sólo una semana después, el 25, se vence el plazo para que anuncie si se presentará finalmente a la reelección, algo que está en duda precisamente por la serie de reveses políticos que ha enfrentado su gobierno.

Cuando Santos asumió el poder en agosto de 2010 -tras la era de Alvaro Uribe, criticada por la mayoría de los colombianos- lo hizo con más del 70% de respaldo. Hoy este se sitúa en 41%, según un sondeo del Centro Nacional de Consultoría.

En ese momento, el desempleo, la relación con el entonces Presidente Hugo Chávez y la lucha contra la guerrilla eran sus desafíos más importantes. Hasta ahora, su gestión logró avances importantes en los dos primeros puntos: el desempleo bajó de 11,8% en 2010 a poco más de 9% en 2013, mientras que las relaciones con Venezuela, que quedaron en muy mal pie durante el gobierno de Uribe, han mejorado. Sin embargo, el factor Farc le está costando caro al mandatario.

"La población colombiana percibe que Santos trata de complacer a toda costa a las Farc para que firmen un acuerdo que lo consagre como el gran pacificador de Colombia, pero sólo recibe a cambio más violencia y exigencias", comentó a La Tercera el analista político colombiano Vicente Torrijos, profesor de la Universidad del Rosario. "En pocas palabras, los colombianos están constatando que la negociación es una trampa, o sea, que es tan sólo una parte del proyecto estratégico mediante el cual las Farc quieren refundar el Estado sin dejar las armas ni disolverse como banda armada", agregó.

"Santos enfrenta un clima de opinión en contra", señaló el analista Jaime Castro. Las delegaciones del gobierno colombiano y las Farc iniciaron ayer en Cuba la ronda número 16 de conversaciones. Hasta ahora, sólo se ha logrado concretar un pacto agrario. El número uno de la guerrilla, Rodrigo Londoño, alias "Timochenko", culpó al gobierno de apurar las negociaciones con un fin electoral. El propio Santos ha admitido que no habrá nada concreto hasta noviembre.

Anoche, además, Santos sufrió un duro revés luego de que la Corte Constitucional falló en contra de una polémica reforma a la carta magna sobre el fuero penal militar, lo que deja al mandatario sin un instrumento para blindar a los uniformados, a quienes siempre ha señalado que obtendrán los mismos eventuales beneficios que reciban los rebeldes de las Farc.

Pero también Santos se ha visto golpeado por el revés que sufrió Colombia en su disputa marítima con Nicaragua. La Haya dictó un fallo adverso para Bogotá en noviembre de 2012, al darle una zona marítima más grande al país centroamericano. Meses después, Santos declaró "inaplicable" el fallo, lo cual le significó un repunte de su  popularidad, que en agosto había caído a un 21%, encendiendo todas las luces de emergencia en la Casa de Nariño.

Sin embargo, el 72% de los colombianos rechaza su reelección, según un sondeo de la firma Datexto. A su vez, el 76% opinó que las Farc no quieren firmar un acuerdo de paz, que pondría fin a medio siglo de violencia en el país. "Sería un suicidio emprender la aventura reeleccionista", comentó Torrijos. Sin embargo, para José Miguel Alzate, columnista de El Tiempo, "si Santos alcanza un cese del fuego, firma una paz sin impunidad y no cede a las exigencias para cambiar el modelo económico, tiene asegurado otro mandato".

Santos dice estar tranquilo. El 7 de octubre realizó su balance y calificó a su gobierno de "social y progresista". "En los últimos tres años logramos sacar de la pobreza a dos millones y medio de colombianos y de la pobreza extrema a más de 1.300.000 compatriotas", dijo. Y recordó que su administración creó 2,3 millones de empleos en el país.