Servicios de inteligencia argentinos y su poder paralelo fuera de control
Las sospechas de los servicios secretos en torno a la muerte de Nisman llevó a la presidenta argentina a anunciar la disolución del organismo, para crear una agencia federal.
La muerte del fiscal Alberto Nisman puso de relieve el oscuro peso de los servicios de inteligencia argentinos, una institución intocable con poder solapado que ni en democracia pudo sacudirse las 'malas mañas' aprendidas en la dictadura (1976-83) y cuya reestructuración es un gran desafío.
Las sombras de los servicios secretos planeó sobre el caso Nisman desde el mismo momento que el país se enteró de su misteriosa muerte el 18 de enero pasado y que llevó a la presidenta Cristina Kirchner a anunciar la disolución de la Secretaría de Inteligencia (SIDE) para crear una agencia federal.
En los últimos días hubo consenso político en reclamar una reestructuración y depuración de la agencia de inteligencia a la luz del caso Nisman, quien acusó a Kirchner y a su canciller Héctor Timerman de encubrimiento en la causa por el atentado contra la AMIA en 1994 en Buenos Aires.
Patricia Bullrich, diputada del opositor partido PRO (derecha) que esperaba escuchar las explicaciones de Nisman sobre su denuncia contra Kirchner y Timerman, no tardó ligar la muerte al "submundo descontrolado" de los servicios de inteligencia.
"Esto nos tiene que llevar a hacer borrón y cuenta nueva con la Secretaría de Inteligencia", sentenció Bullrich.
Pero la polarización política en el país se reflejó entre quienes acusaron al Gobierno de desidia, uso y abuso de estos aparatos, y aquellos oficialistas que culparon a 'sectores mafiosos' de inteligencia de tramar la denuncia contra Kirchner y Timerman, que hizo Nisman cuatro días antes de morir y horas antes de explicar su causa en el Congreso.
"Lo usaron vivo y después lo necesitaban muerto", escribió en Facebook la semana pasada Kirchner, señalando con el dedo acusador al ex jefe de operaciones de la SIDE, Antonio Stiuso, removido del cargo en diciembre.
Stiuso trabajaba estrechamente con Nisman desde que el fiscal fue designado en 2004 para investigar el atentado a la AMIA.
LOS INTOCABLES DE INTELIGENCIA
El abogado Claudio Lifschitz, estrecho ex colaborador del destituído juez Juan José Galeano -el primer juez de la causa por el atentado de 1994-, asegura que Stiuso "era el hombre más poderoso que tuvo la Secretaría de Inteligencia desde el año 1972 hasta diciembre de 2014".
"Pasó por todos los gobiernos, incluso los gobiernos militares (entre 1976 y 1983), y en la época del atentado a la AMIA era el jefe de operaciones de contra inteligencia de la SIDE", recordó en declaraciones a la AFP.
Stiuso y los máximos jerarcas de la SIDE salieron prácticamente indemnes incluso de los juicios por violación de derechos humanos durante la dictadura, que en la última década castigó a varios militares.
Lifschitz se convirtió en denunciante del juez en 2000 y tras comprobarse que incluso dispuso del pago de un soborno de 400.000 dólares a un acusado a cambio de que declarara contra otros imputados, Galeano fue destituido y ese juicio anulado.
Galeano, Hugo Anzorreguy, entonces jefe de la SIDE, y el ex presidente Carlos Memem esperan un juicio por la causa AMIA.
VICIOS ENQUISTADOS
La politóloga Claudia Guebel, especialista en Defensa Nacional y militante del partido Frente Renovador (peronista de centro derecha), apuntó a la AFP que "desde el inicio de la democracia (en 1983) jamás se pudo transparentar el accionar y las actividades de la Secretaría de la Inteligencia".
Estos servicios secretos "siempre conservaron en su seno elementos antiguos que pertenecían al 'Proceso de Reorganización Nacional' (dictadura) y elementos nuevos que tienen que ver con actores de la democracia", dijo Guebel.
"Estoy convencida a la luz de los hechos, que gobernar durante casi 12 años en la República Argentina, se ha logrado gracias al control absoluto de la información de los ciudadanos", señaló Guebel en relación al gobierno de Néstor Kirchner (2003-2007) y su esposa (2007-2014).
En las antípodas políticas de Guebel, Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz 1980, celebró las acciones del Gobierno y que "decida quitarle el poder de las escuchas, subordinar los servicios de inteligencia al poder democrático, y a crear mejores mecanismos de control para que estén al servicio de la Nación".
Lifschitz lamenta que en 14 años de denuncias ante la justicia que prueban la participación de agentes de inteligencia en el atentado de la AMIA "jamás" se "llamó a declarar a indagatoria a esta gente de los servicios de inteligencia".
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