Los servicios secretos franceses vigilan a cerca de 1.600 personas que creen potencialmente peligrosas y que, según consideran, podrían participar en acciones terroristas, señaló hoy el fiscal de París, François Moulins.

Además, según dijo el mismo fiscal en unas declaraciones a "France Info", hay "miles y miles de personas que desarrollan signos débiles" sobre una posible voluntad terrorista.

Moulins, que es el encargado de dirigir la investigación de presuntos planes terroristas como el desbaratado hace más de una semana para atentar contra una o dos iglesias en las afueras de París, explicó que están surgiendo nuevos perfiles de sospechosos.

Precisó que su peculiaridad es que no se trata de células terroristas, sino de "individuos radicalizados" que en muchos casos esconden sus convicciones para no levantar sospechas, y que pueden actuar con ayuda exterior.

El responsable de la fiscalía antiterrorista no entró en detalles sobre la operación que abortó el atentado contra las iglesias, aunque insistió en que el principal sospechoso, el argelino Sid Ahmed Ghlam, recibió ayuda para disponer de coches y de armas.

Moulins, que participa en un encuentro internacional de magistrados antiterroristas que se inicia hoy en París, consideró "indispensable" la cooperación entre países para luchar contra los terroristas.

El problema, añadió, es "cuando tenemos que trabajar con países que no tienen una voluntad suficiente" o cuyo sistema jurídico es muy diferente. EFE

COOPERACIÓN CON AUSTRALIA
El presidente francés, François Hollande, y el primer ministro australiano, Tony Abbot, acordaron hoy reforzar su cooperación antiterrorista frente al fenómeno de los llamados "combatientes extranjeros" y para "destruir" la amenaza que representan el Estado Islámico (EI).

En una declaración conjunta firmada con motivo de un encuentro en París y divulgada por el Elíseo, Hollande y Abbot constataron que el EI "constituye una amenaza importante para la seguridad mundial y para nuestros dos países".

Por eso reafirmaron su "voluntad de trabajar con (sus) socios en la coalición internacional para hacer frente, reducir y finalmente destruir esta amenaza" y de concentrarse en la lucha antiterrorista y en la política de seguridad nacional.

Los dos mandatarios señalaron que van a profundizar su cooperación bilateral antiterrorista "para hacer frente a la amenaza que representan los combatientes terroristas extranjeros".

En la práctica, ambos países van a reforzar el diálogo sobre cuestiones de seguridad internacional y terrorismo, intensificar sus intercambios sobre todo para responder al terrorismo, al extremismo violento y a la radicalización en línea.

También van a ampliar su colaboración sobre el fenómeno de los combatientes extranjeros (aquellos que viajan sobre todo a Siria o Irak para integrarse en grupos yihadistas) o profundizar la cooperación de sus servicios secretos.

Por otro lado, los dos mandatarios subrayaron que sus respectivos países "condenan el recurso a la pena de muerte en todo lugar y circunstancia".

Un comentario que cobra una relevancia particular porque dos australianos y un francés están condenados a muerte en Indonesia por tráfico de drogas.

Hollande la semana pasada advirtió de que si el francés condenado -Serge Atlaoui- fuera ejecutado, eso tendría consecuencias sobre las relaciones entre Francia e Indonesia.