Las caderas no mienten. Pero se atrasan: a las 22.04 horas, casi 34 minutos después del horario de inicio informado de manera oficial, Shakira aún no está en escena. Pero hoy no es necesario que la colombiana esté presente para que el mundo comience a agitarse en torno a su figura. Una hilera de Carabineros despeja una de las puertas del Estadio Nacional que da hacia la pista de recortan, avisa indirectamente que el inicio de la cita será por otro lado y suma más nervio y ansiedad a la fanaticada que anoche llegó hasta Ñuñoa. Todas las miradas y las cámaras acechan ese sector y le dan la espalda al escenario principal, el mismo que desde las 16.30 ofreció el evento itinerante The Pop Festival que la barranquillera armó para retornar a Sudamérica.
El blanco del público estaba en el lugar preciso: Shakira apareció desde uno de los accesos laterales del recinto y fue llegando hasta la tarima principal a través de un camino formado entre las rejas que separan cancha general del sector más exclusivo. Aunque la experiencia es parte de su actual tour, la histeria a su paso fue explosiva: fanáticas agolpadas que intentaban arañar, tocar, rozar o capturar una imagen de la figura menuda de la cantante, envuelta en un vistoso vestido rosado.
Flashes que se enfrentaban sin cesar y seguidores antes compuestas que ahora exclamaban el nombre de la artista, casi como una divinidad que camina sobre aguas. Entre el tumulto, comienza a cantar Pienso en ti y el bullicio sube el voltaje, pero Shakira se mantiene intacta, mientras es secundada por sus asistentes y por uno de sus mánager, Aito de la Rúa, su ex cuñado y hermano menor de Antonio, su ex pareja.
Todo queda en familia y el simbolismo también sirve para el Nacional: 40 mil personas llegaron ayer hasta el lugar para reencontrarse con una artista que forjó su estrellato en el Festival de Viña del Mar y que hoy retorna con credenciales de superestrella planetaria y con una carrera repleta de hits. Así lo entendió el público, formado mayoritariamente por mujeres y con un generoso contingente de niños. Gran parte de ellos llenaron el sector de galería y tribunas, pero hubo evidentes vacíos en las áreas de cancha.
Casi dio lo mismo: el karaoke fue constante en las casi dos horas de concierto, sobre todo en viejos hits que anunciaban su conquista planetaria, como Te dejo Madrid, Si te vas, Suerte, Inevitable, Ciega sordomuda, uno de los más vitoreados de la noche, o Waka Waka, interpretado al cierre. El cuadro timbra una verdad: la colombiana ha mantenido su popularidad en el país y hasta ha sumado nuevas huestes. A cambio, la estrella se pasea sexy, cálida, felina y provocadora por el escenario y por la pasarela de 35 metros y, sobre el final de Suerte, invita a cuatro fans a escena para replicar su movimiento de caderas. Todo expandido por dos pantallas laterales y una vertical al centro. "Santiago, hoy soy tuya", dijo en el único discurso de la noche y donde recordó su histórico lazo con el país.
Una química que también se palpó bajo los focos. La artista llegó a las 20 horas al estadio y desplegó una rápida agenda de reuniones. Por ejemplo, se juntó con Virginia Reginato, alcaldesa de Viña que cada año la invita a la distancia al certamen de la V Región. Ahora lo hizo personalmente y la dejó amarrada para Viña 2012. También pasó por ahí el ahora célebre Shakiro, imitador salido del espacio Yo soy de Mega y que hasta cantó con la artista en backstage. Luego se paseaba como una estrella más entre el público. Finalmente, el sello Sony le entregó un reconocimiento por las ventas. Su partida de Chile estaba pensada tras el fin del show.
Entre las figuras que llegaron a la cita se vio a Maite Rodríguez, Pablo Zalaquett, Carolina de Moras, Carolina "Pampita" Ardohain y Miguel Piñera. Antes de la colombiana, el evento mostró a los norteamericanos Train, autores del hit Hey soul sister; a la chilena Francisca Valenzuela; al argentino Vicentico; y Ziggy Marley, uno de los hijos del mayor referente del reggae. Todos lograron calentar al público, aunque sin grandes desbordes. Estaba claro: la estrella de la noche era una sola.