En su momento fue Las Vegas: estrellas de la música refugiadas en sitios que garantizaban alta exposición, show estables, fiesta permanente y un público dispuesto a pagar demasiado. Ahora son los cruceros: estrellas de la música refugiadas en sitios que ahora también garantizan alta exposición, show estables, fiesta permanente y un público dispuesto a pagar demasiado.
De algún modo, el paralelo entre el neón y las olas ilustra el posicionamiento de un circuito alternativo al de las giras y que asoma como una suerte de salvavidas para figuras en el crepúsculo de su carrera y nombres ansiosos de sumar novedad al rígido libreto de las presentaciones en arenas o estadios.
En el último lustro, el mercado ha crecido hasta abarcar una amplia diversidad de géneros e incluso ha empezado a fichar créditos más allá del universo anglo, convirtiéndose de manera paulatina en una vitrina internacional para representantes chilenos. El primero fue el grupo Sotogarcía, quienes en diciembre ganaron un concurso que los convirtió en la única banda de perfil más amateur que estará en el segundo crucero organizado por Weezer, que zarpa el 13 de febrero de Jacksonville.
Luego fue el turno de Delta, agrupación adscrita al heavy metal con decorados del rock progresivo, que estará en la nueva versión del Progressive Nation at Sea, crucero inaugurado hace seis años y que reúne a luminarias de ese género, como Mike Portnoy (de Dream Theater), Jon Anderson (Yes), Adrian Belew (King Crimson) y Anathema.
"Somos fans de Dream Theater y vimos que se abrió una postulación para bandas nuevas que quisieran participar. Enviamos un video de un show que hicimos en el Teatro Cariola en 2011, era el único requisito, y hace sólo unos días nos dijeron que habíamos ganado", cuenta Nicolás Quinteros, líder del conjunto, en torno a un crucero que parte el 18 de febrero de Miami.
Aunque la experiencia nació más ligada al jazz hace cerca de una década, los primeros en olfatear el negocio fueron New Kids on the Block, que en 2011 saltaron a alta mar con un paquete VIP que incluía una cena con sus miembros; y Kiss, hábiles como pocos al rentabilizar su fama, que un año después impulsaron un crucero que, hasta por $ 4 millones, permite fotos con sus integrantes y con toda una tripulación pintada bajo el maquillaje del grupo.
Otros algo más formales son Cruise to the Edge, que desde abril tendrán a Marillion, Yes y Tangerine Dream, entre otros, sobre el Atlántico; Rock Legends Cruise, que cuenta tres temporadas con ilustres como The Doobie Brothers, Alice Cooper y Uriah Heep; y Holy Ship!!!, concentrado en la electrónica y con un cartel que a principios de mes tuvo a Skrillex, Diplo y Pharrell Williams en Las Bahamas. Hoy en EE.UU. hay dos empresas dedicadas al tema y, según publicó la BBC, el negocio ha permitido que la industria de los cruceros mantenga un crecimiento anual de un 7%, mientras que los músicos ganan un 30% más que en un espectáculo normal.