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Sí, la venganza es un plato que se come frío... (y también caliente)

Nuevas investigaciones revelan que esta emoción activa en el cerebro los mismos mecanismos que regulan el hambre y la saciedad. No es todo. Además del hampa, es en el mundo de los negocios donde más se actúa por revancha.

Aunque Terry Garnett y Joseph Galli nunca llegaron a conocerse, los dos tienen mucho en común. Ambos son altos ejecutivos de compañías que basan su éxito en la tecnología y las ventas, ambos ocuparon altos puestos en empresas reconocidas a nivel internacional y ambos, también, fueron apartados de sus puestos por causas que nunca llegaron a aceptar. El primero, como mano derecha de Larry Ellison en Oracle; el segundo, como destacado ejecutivo de la multinacional Black & Decker.

Terry Garnett incluso mantenía una estrecha relación con Ellison, al punto que este lo invitó a pasar junto a él y su familia unas costosas vacaciones en Tokio, Japón. Por eso, cuando el carismático CEO de la compañía de software corporativo lo despidió, sin razón aparente, Garnett juró venganza. Tras fundar Ingres, una compañía similar pero basada en código abierto, comenzó a tentar sistemáticamente a los empleados de la empresa que lo vio nacer: actualmente 50 de sus 200 empleados son ex funcionarios de Oracle.

¿La suerte de Galli? Tras dejar su antigua empresa por no ser considerado para un ascenso, ha dedicado su vida profesional a intentar infringir el mayor daño posible a la compañía que lo agravió. Ambos casos forman parte de las investigaciones del académico de la Universidad de Zurich, Ernst Fehr, uno de los especialistas que más ha estudiado el fenómeno.

Hablamos de una de las emociones más básicas en el ser humano, una que la biología evolutiva describe como un mecanismo desarrollado por el hombre como una suerte de "control biológico" contra la injusticia, cuando el ser humano todavía no inventaba instituciones que la impartieran. De hecho,los primeros esfuerzos por "institucionalizar la justicia" incluían un fuerte componente vengativo, como la ley del Talión en el oriente antiguo. Pero, incluso hoy, cuando el "ojo por ojo" es penado por ley, la venganza sigue ejerciendo en nosotros una intensa fascinación, que se suele expresar -por ejemplo- en nuestra admiración por personajes del cine y la literaura que la han encarnado.

Ahora, un estudio del University College of London cree haber desentrañado los mecanismos cerebrales que intervienen en este proceso. Para sorpresa de los investigadores, esta emoción no sólo activa los circuitos de recompensa -como era de esperarse-. Lo que sucede a nivel neuronal hace que el "hambre de venganza", esa frase acuñada por el cine de los 50, sea más que un buen título de película: cada vez que sentimos el deseo de vengarnos, nuestro cerebro está segregando las mismas hormonas que regulan el apetito.

EL "HAMBRE" DE VENGANZA
Especialistas del departamento de neurobiología de la universidad británica reprodujeron un antiguo experimento utilizado en Sicología para explorar los límites de la conducta humana, conocido como "el dilema de la prisión". Consiste en dividir dos grupos de personas, para que unos pretendan ser delincuentes y los otros policías, mientras un tercer grupo simplemente observa. La diferencia en esta ocasión fue que un grupo debía adoptar el papel de "traidor" y delatar a sus compañeros, mientras los "observadores" eran sometidos a escaners de resonancia magnética cuando presenciaban cada detalle de la escena.

Al mirar a los traidores en acción, en los observadores se activaron las áreas encargadas de regular el apetito y entró en acción la grelina, hormona responsable de la sensación de hambre. La zonas relacionadas con los mecanismos del placer se encendieron luego, cuando los investigadores castigaron a los traidores propinándoles pequeñas descargas eléctricas.

La doctora Tania Singer, quien lideró el estudio, explica que a nivel neurológico se desata una cascada de reacciones ante una situación que nos parece injusta: las hormonas del apetito nos llevan a tomar acciones "compensatorias", vale decir, a vengarnos. El acto en sí, la venganza, nos genera satisfacción. En otras palabras, dice Singer "es probable que nuestro cerebro esté diseñado para encontrar placer en el castigo a los culpables", explica.

OJO POR OJO
Estos nuevos hallazgos confirman los resultados obtenidos por Ernest Fehr en sus investigaciones en la U. de Zurich. En un experimento con dinero, un grupo logró cuadruplicar un monto entregado por otro grupo de participantes, pero tenía la opción de quedarse con todo o entregar la mitad a quienes les dieron el capital inicial. Eligieron lo primero. Ante esto, los agraviados tenían la posibilidad de recibir una compensación monetaria por la afrenta o bien aplicar un castigo -digamos un shock eléctrico- a sus avaros socios de negocios. ¿Resultado? La mayoría escogió aplicar corriente como castigo.

Fehr explica que, en la actualidad, uno de los ambientes que se ven más motivados a actuar por venganza (descontando claro el mundo del hampa) es el entorno empresarial. En un artículo publicado en la revista Businessweek, el especialista afirma que hasta el 35% de las decisiones en el mundo de los negocios se toman motivadas por el deseo de "vengarse" de algún competidor. Es lo que demuestra el ejemplo de Joseph Galli. A los 41 años se consideraba preparado para reemplazar al histórico CEO de Black & Decker, Nolan Archibald, e hizo lo imposible para forzar su renuncia, sin éxito.

Lo que siguió fue un peregrinaje por varias multinacionales, siempre con el afán de encontrar la revancha que buscaba. El caso más notorio fue cuando alcanzó el cargo de jefe de operaciones en Amazon, donde su función era diseñar nuevas unidades de negocio. Todas las proyecciones indicaban que la compañía debía ampliarse al rubro juguetes, pero Galli convenció a todos de que lo que había que vender eran herramientas. La apuesta fue un fracaso y Galli finalmente abandonó la compañía. Pese a ello, ha seguido intentando en diversas empresas, siempre con cargos de mayor responsabilidad. Para Galli, la venganza ha impulsado su deseo de ascender.

Lo cierto es que ni la sociedad contemporánea ni los modernos sistemas de justicia han conseguido mermar nuestra fascinación por la venganza. Así lo demuestra el éxito de personajes del cine y la TV como Harry el sucio o Ben Hur, pero también el hecho de que la novela "And Then There Were None", de Agatha Christie, donde 10 asesinos impunes reciben su castigo tras ser invitados a pasar un fin de semana en una isla, se ubique en el puesto número 12 de los libros más vendidos de la historia. O El Conde de Montecristo, de Alejandro Dumas, cuyo protagonista Edmond Dantes es uno de los 10 personajes literarios preferidos en Gran Bretaña y Francia según una reciente encuesta de Random House.

LAS 10 CARAS DEL VENGATIVO
El sicólogo de la U. de Florida, Gordon E Finley desarrolló una clasificación con 10 tipologías de personas vengativas:

1. Impulsivos: Llegan a ser muy agresivos, porque se dejan llevar por la ira.

2. Atormentados: Viven pensando en la venganza, pero las dudas y temores les impiden tomar acciones.

3. Sádicos: Su venganza se centra en dañar a sus enemigos donde más les duele.

4. Meticulosos: Son capaces de pasar años gestando sus venganzas.

5. Mártires: Se consideran víctimas de las circunstancias y necesitan la revancha.

6. Justicieros: Toman la justicia en sus manos y son los favoritos del público.

7. Envidiosos: El triunfo de un rival desata su apetito de venganza.

8. Místicos: Creen que su venganza forma parte de una misión especial, ya sea ideológica o religiosa.

9. Heroicos: Sin quererlo, se elevan a la categoría de héroes tras castigar a quien amenazaba a toda su comunidad.

10. Obsesivos: La venganza es la motivación de sus vidas y los lleva a superar cualquier obstáculo para lograrla.

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