Galit Fierro, chilena de 25 años, vive hace cinco años en Barcelona y de alguna manera esperaba que en cualquier momento ocurriera un atentado terrorista en la ciudad.

"Se esperaba. Incluso pensábamos que pasaría antes, porque a partir de los atentados en Europa estaba la sospecha que Barcelona, como una ciudad principal y muy turística, sería una de las próximas. En los últimos dos o tres años ha aumentado mucho la cantidad de policías en las calles y se hablaba abiertamente del operativo de seguridad antiterrorista", cuenta a La Tercera.

Fierro, que se tituló de sicóloga hace un año y medio, estaba esperando el metro, a sólo dos estaciones de la Rambla.

"Tardaba mucho, normalmente como mucho son tres minutos y habían pasado alrededor de 10 y no había información sobre el tiempo de espera. En ese momento pensé quizás había pasado algo y abrí el diario electrónico El País y cinco minutos atrás había pasado la furgoneta por la zona peatonal de La Rambla, la más turística de Barcelona", comenta.

"Pasados unos minutos llegó el metro y subimos y por el altavoz anunciaron que el metro no pararía en las siguientes tres estaciones, que son las que pasan por debajo de la Rambla. Llegué hasta la estación Leseps porque inicialmente iba al Park Güell. Nos pidieron quedarse en casa y no moverse por la ciudad porque el autor del atropello estaba encerrado en un bar y aún no lograban capturarlo. Por esto vine a la casa de una amiga que vive cerca del Park Güell. Mi casa está a 10 minutos caminando del lugar del atentado", agrega Galit.

"La gente en los locales quedaron todos encerrados (trabajadores y clientes) y no salieron hasta que capturaron al que conducía la furgoneta. Está lleno de policías y ambulancias. Las calles del centro fueron evacuadas y no permiten acercarse", narra. "El terrorismo busca paralizar y yo no quiero que el miedo me paralice", concluye.