Siete policías afganos, incluido un comandante de unidad, murieron en un ataque de islamistas talibanes en la provincia de Kunduz, en el norte del país, donde una operación encabezada por las fuerzas estadounidenses acabó con la vida de 11 insurgentes, informaron hoy funcionarios de la provincia.

El primer incidente se produjo la noche del viernes en el distrito de Emamsahib, precisó el gobernador del distrito, Juma Din Said. Un octavo policía está desaparecido, añadió, si bien se sospecha que podría tener vínculos con los talibanes.

También la noche del viernes fuerzas estadounidenses y afganas atacaron una supuesta base de talibanes en Gul Tapa, en las afueras de la ciudad de Kunduz, y mataron a 11 insurgentes, según el gobernador provincial, Mohammad Omar.

Según Omar, los estadounidenses eran fuerzas especiales que operan en Kunduz con independencia de las fuerzas alemanas y que son menos populares entre la población civil. Según la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), en la operación murió un número sin determinar de extremistas.

Kunduz era una provincia relativamente tranquila en comparación con el sur y el este del país hasta hace unos 18 meses, cuando comenzó a vivir un marcado incremento de la violencia.

La semana pasada, un bombardeo de la OTAN contra dos camiones cisterna secuestrados por talibanes dejó decenas de muertos, incluyendo varios civiles. Tanto el gobierno afgano como la alianza están investigando el incidente.

La ISAF anunció también que en un ataque en el este del país murieron dos de sus soldados. En la región están estacionadas sobre todo fuerzas estadounidendeses.

Por otro lado, las fuerzas de la OTAN que esta semana liberaron a un periodista occidental secuestrado, tuvieron que abandonar el cuerpo de otro cautivo afgano, que murió durante la operación de rescate, para evitar "más bajas", según explicó hoy la alianza.

Soldados británicos asaltaron la noche del martes la casa donde estaban retenidos el afgano Sultan Munadi y el británico Stephen Farrel, ambos periodistas de "The New York Times".

Farrel pudo ser rescatado durante la operación en el distrito de Jardarah, provincia de Kunduz, pero Munadi recibió un disparo y murió. También perdieron la vida un soldado británico y una mujer afgana.

La muerte de Munadi generó un fuerte enfado en Afganistán, y una asociación de periodistas locales en Kabul criticó a la alianza por haber abandonado su cadáver.

"Durante la operación en el complejo donde estaban retenidos los dos rehenes se produjo un intenso tiroteo entre los insurgentes y las fuerzas", señaló la OTAN en un comunicado emitido en Kabul.

"Después de que el señor Farrel fuese localizado por nuestras tropas, se confirmó la muerte del señor Munadi", añade el documento. "Bajo fuego constante de los insurgentes y para evitar más bajas, las fuerzas militares se retiraron del lugar".

Los dos periodistas habían sido secuestrados en Kunduz, donde realizaban un reportaje sobre el bombardeo de la OTAN que dejó decenas de muertos, incluyendo civiles, hace una semana.