Major Tom y la ciencia ficción
La carrera musical de David Bowie –y no David Jones– parte en 1969 con el disco Space Oddity, álbum en el que le da vida a Major Tom, un astronauta que se pierde en la inmensidad del universo y en el que quedó demostrado el interés del músico por el espacio. La BBC utilizó el tema Space Oddity para musicalizar los primeros pasos del hombre en la Luna y directa o indirectamente, Bowie inspiró a algunos de los personajes más reconocidos de la ciencia ficción. Según la revista Smithsonian, hay rastros de sus personajes en Luke Skywalker, en la estética de los androides de Blade Runner e incluso en la reciente Guardianes de la Galaxia. También cerca de la ciencia ficción está la película The Man Who Fell to Earth, de Nicolas Roeg (1976), protagonizada por Bowie y en la que representa a un extraterrestre que llega a la Tierra buscando llevar agua a su planeta, o su rol protagónico en Laberinto, de Jim Henson.
Ziggy Stardust, el rupturista
Las primeras pistas aparecieron en el disco Hunky Dory, pero no fue hasta el lanzamiento de The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders of Mars (1972) que se hizo evidente que Bowie iba cambiando de personalidad con cada etapa. Esta fue la más rupturista, tanto musical como gráficamente. El cambio partió por el vestuario, que fue el resultado del encuentro con dos personajes que forjaron sus distintos estilos: Freddie Burretti y Kansai Yamamoto. Burretti fue responsable de la versión más recatada del personaje, mientras que el japonés Yamamoto, una de las principales figuras de la moda contemporánea, creó los primeros leotardos y el clásico traje de vinilo (que asemeja a un disco). Darle el lugar protagónico que le dio Bowie a la ropa y la moda, no sólo influyó en sus contemporáneos, sino que también determinó la estética del rock glam. Otro tema que traspasó esta era fue su androginia: en julio de 1972, tras su presentación en vivo en el programa británico Top of the Pops, en la que usó los trajes ceñidos y multicolores de Burretti, fue de lo único que se habló en Londres por días, lugar donde sólo cinco años antes se había despenalizado la homosexualidad. Bowie evitó categorizarse, supeditando su sexualidad a la personalidad que estuviese asumiendo y no a una sola etiqueta.
Aladdin Sane, el referente
Si hay que ponerle un rostro a Bowie, habría un rayo en él. Y ese rayo no existiría sin el disco Aladdin Sane (1973). En medio de la era de excesos, fiestas y pansexualidad –que fue al mismo tiempo su época más prolífica–, nació esta personalidad como una versión estadounidense de Ziggy Stardust. Ad portas de lanzar el disco, Bowie acudió al fotógrafo Brian Duffy para el trabajo de portada. De cómo llegó el relámpago al rostro de Bowie hay muchas versiones: desde que fue una exigencia de la discográfica RCA hasta que fue inspirado por el logo de una arrocera. Sin embargo, sí se sabe que fue Duffy quien empezó a pintarlo en la cara del cantante. Así nació un referente pop, una portada que se volvió obra de arte y producto de exhibición. La lista de influenciados va desde Marilyn Manson hasta Suede, pero la más reciente es Lady Gaga, que replicó en sus primeros discos la misma estética que utilizó Bowie. El glam recogió el maquillaje como parte de su estética, partiendo por Kiss. “Bowie siempre entendió que la gente que iba a los conciertos no sólo quería escuchar música, también quería oírla con los ojos, por lo que había que dar más. Y Bowie fue el que más dio”, comentó Gene Simmons, bajista de ese grupo.
El dandy esquelético
En 1975 la era Ziggy iba en retirada. Terminaban los disfraces estrambóticos y el maquillaje, pero no así los excesos. Su dieta se basaba en pimientos rojos, leche y cocaína, una bomba de tiempo que explotó y trajo a un nuevo personaje: el Duque Blanco, una especie de aristócrata vestido como cantante de cabaret. Así, mientras en Inglaterra el punk era el sonido de moda, Bowie partía de Los Ángeles a Berlín, no sólo para limpiarse, sino que también para revitalizar su carrera. El resultado es la trilogía de discos Low, Heroes y Lodger. Pasó por la electrónica y el minimalismo, utilizando los sonidos ambientales y sintetizadores como parte de la obra, innovación que fue recogida por grupos como Joy Division (en el disco Unknown Pleasures), U2 (en Achtung Baby) o los trabajos más acústicos de Radiohead.
El ícono pop
En la década de los 80, tras dar por terminada la etapa de adoptar personalidades, Bowie logró un sitial privilegiado en la música pop con hits radiales como Ashes to Ashes, Let’s Dance, Modern Love y China Girl, además de la megacolaboración con Queen en Under Pressure. No fue la primera ni la última de sus colaboraciones. Le siguieron Tina Turner, Mick Jagger e Iggy Pop. Artistas que comenzaban a explotar su fama en esa década lo señalaban; músicos y grupos muy variados, entre ellos Madonna, Prince, The Cure y Depeche Mode. Otros que sintieron fuertemente su influencia fueron los Pixies e incluso Nirvana, que trajo con renovada fama una canción antigua de Bowie (The Man Who Sold the World). La explosión de su fama llegó cuando MTV comenzó a pasar sus videos en pantalla. A pesar de eso, la relación entre el canal y Bowie no estuvo extensa de tensión. En una entrevista por el lanzamiento de Let’s Dance, Bowie preguntó por qué la cadena televisiva no pasaba videos de artistas afroamericanos y como no le gustó la respuesta, reclamó por los derechos de los artistas de color, algo impensado para la época. El interés de Bowie por la música negra viene de los inicios: uno de los cantantes y compositores que más le gustaban de joven era Little Richard; fue amigo (y amante ocasional) de Nina Simone, lo que explica su presencia en la canción Wild is the Wind, cuya primera versión de Bowie es de 1976. Un referente que rescató de la música de color fue el saxo, instrumento poco usado en el rock y que es parte del ADN de su último disco, Blackstar. Además, en 1992 se casó con Iman, la célebre modelo somalí con quien vivió hasta su muerte.
La modernidad según Bowie
En 1998, un año después de lanzar el disco Earthling (en cuya portada Bowie viste una chaqueta diseñada por un emergente Steve McQueen) tuvo una idea que cambiaría la forma en que la música ve la Internet: BowieNet, un servicio multiplataforma para sus fanáticos donde pudiesen acceder a noticias, tener contenido exclusivo, archivos de fotos y video e, incluso, una cuenta de mail. Sin embargo, lo más relevante de esta idea es la biblioteca de música del servicio. Una selección de sus éxitos que podían ser descargados de manera gratuita por los usuarios, los que además podían intercambiar temas. El sitio mutó a su web actual y de paso dio a luz a la idea básica de todos los servicios de streaming actuales. La frase con la que comentó su proyecto en la época es lo más decidor: “Si tuviese 19 de nuevo, ignoraría a las discógraficas e iría directo a internet”.
El Bowie que se va
El viernes 8 de enero, en su cumpleaños número 69, apareció Blackstar, el último álbum de David Bowie. El disco ahora aparece lleno de pistas sobre su precaria salud con sus videos potentes, oscuros, en los que marca el paso usándose a sí mismo como una referencia, prefigurando su muerte a través de las canciones. La más evidente es la del video de la canción que le da nombre al disco, donde se ve al astronauta muerto, el cual perfectamente podría ser Major Tom, el primero de sus personajes, ese que se perdió en el espacio para nunca volver, aunque el traje del video original era un poco más entallado. Su productor de toda una vida, Tony Visconti, lo explica mejor que nadie: “Su muerte no fue diferente al resto de su vida, una obra de arte”.