En 2015, la Presidenta Michelle Bachelet firmó un proyecto de ley que convierte a Ñuble (actualmente parte de la VIII Región del Biobío) en región, petición que sus habitantes vienen peleando desde hace 20 años y que hoy se vota en el Senado.
La nueva región tendría 13 mil kilómetros, estaría conformada por el 22% de los habitantes de la octava región y estaría dividida en las provincias de Valle Itata, Diguillín y Punilla, con un total de 21 comunas.
Hérex Fuentes, presidente del movimiento Ñuble Región, comenta que al ser el Biobío una región tan grande en territorio, las oficinas admirativas centrales quedan muy lejanas, lo que entorpece las gestiones para diversos proyectos.
Al configurarse como región, lo primero que Ñuble tiene que es hacer es instaurar un gobierno regional. Con un intendente, consejeros regionales y gobernadores más cercanos a las necesidades de la zona, las tareas administrativas dejarían de ser tan complejas.
Además, implica la creación de una gran cantidad de trabajos. Y para Ñuble, que tiene una alta tasa de cesantía y 12 comunas con altos niveles de pobreza, es un elemento fundamental.
Una de las implicancias más relevantes para la zona, es que al convertirse en región no solo aumenta el presupuesto que reciben en comparación a lo que les daban por ser provincia, sino que también pueden gestionarlo de forma más directa.
Por otra parte, podrán construir carreteras y mejorar la conectividad vial, elementos que no eran prioridad para el gobierno regional del Biobío, al igual que la industria agropecuaria que es una de las principales actividades en Ñuble.
Igualmente, Fuentes asegura que la posibilidad de convertirse en región ha atraído empresas e inversionistas a la zona.