A principios de 2016, la perspectiva de la llegada de una nueva película de Martin Scorsese a salas era una cuestión de temer. Tanto que incluso Pedro Almodóvar sintió la presión y decidió que su nuevo filme no se llamaría Silencio (el mismo título del trabajo de Scorsese), sino que Julieta. Hoy, a dos meses del estreno en EEUU de Silencio de Scorsese, la producción luce como uno de los más complejos largometrajes de su autor, elogiado en general por los medios más influyentes de su país, pero omitido por la Academia de Hollywood, que sólo lo nominó al Oscar a Mejor fotografía. Además, como pasó con todas las anteriores cintas religiosas de su autor, la respuesta del público fue pobre: Silencio costó 46 millones de dólares y recaudó hasta ahora 7.
A pesar de la falta de mayores nominaciones y de una duración de 161 minutos, la película logró romper la barrera de las cortapisas comerciales y en Chile su estreno será el próximo 16 de marzo. Es un hecho no menor, considerando que ni La última tentación de Cristo (1988) ni Kundun (1997) se exhibieron a su debido tiempo en el país: la primera fue censurada y aplazó su estreno hasta el 2004 y la segunda nunca estuvo en salas. Ambas son consideradas por el propio realizador como parte de su "trilogía de la fe" y Silencio es más o menos la coronación de aquella empresa artística.
Como pasó con La última tentación, Silencio es uno de aquellos proyectos que se fraguó a fuego lento, buscando productores aquí y allá. Sin estrellas del porte de Leonardo DiCaprio ni una historia automáticamente comercial a la vista, esta propuesta sobre dos sacerdotes jesuitas en busca de su mentor en el Japón feudal sólo pudo hallar financistas entre los más improbables entusiastas.
Basada en la novela homónima del escritor japonés Shusaku Endo (1923-1996), la cinta recibió dinero del propio bolsillo de Scorsese a través de su compañía Sikelia, de la productora taiwanesa CatchPlay y de Fábrica de Cine, la empresa del entusiasta hombre de negocios mexicano Gastón Pavlovich. Finalmente todos cerraron el trato con Paramount Pictures para la distribución y el 30 de enero de 2015 comenzó la filmación de una obra que esperó 27 años en el desván de los proyectos inconclusos de Scorsese. Justamente en 1988, en el año de estreno de La última tentación de Cristo (que a su vez le tomó 16 años desde su concepción en 1972), Scorsese había leído la novela del autor católico japonés Shusaku Endo.
Como se sabe, en Japón los los católicos son minoría y aquella singularidad llamó la atención de Scorsese, obseso de la fe en su juventud al punto de contemplar convertirse en cura. En términos básicos lo que lo enganchó fue una ordalía de cristianos en tiempos de persecución, que es la tesis planteada por Shusaku Endo en el libro de 1966.
Basada en hechos históricos, la novela de Endo (a quien muchos han comparado con el también católico Graham Greene) cuenta el tortuoso peregrinar de los sacerdotes portugueses Sebastiao Rodrigues (Andrew Garfield) y Francisco Garupe (Adam Driver), quienes en 1639 llegan a Nagasaki (Japón) con la compleja misión de dar con su mentor, el padre Cristovao Ferreira (Liam Neeson), acusado de apostasía (renuncia a la fe). Enfrentados a la implacable espada del shogunato local, los cristianos son obligados a abjurar de sus creencias so pena de la tortura y la muerte.
Es precisamente la tensión entre fe y renuncia uno de los principales motores de la película y el propio Scorsese describió así su interés al portal especializado Deadline: "Este es un proyecto de pasión. Mientras te vas haciendo viejo, las ideas van y vienen. Preguntas, respuestas, ausencia de respuestas. Tiene que haber algo más. Mucho más. La naturaleza laica es fascinante, pero al mismo tiempo uno deja de lado aquella búsqueda de la trascendencia y de lo espiritual. Es una de las razones por la que hice el documental sobre George Harrison (que toca, entre otras cosas, la relación de Harrison con el budismo). Silencio es algo que me atrajo de la misma forma. Es una obsesión y tiene que ser ejecutada. Es una maravillosa historia real y al mismo tiempo un thriller que lidia con todos aquellos temas".
La obsesión como motor creativo siempre ha estado en el cine de Scorsese y es por eso que muchas de sus películas son de larga gestación. Este año, precisamente, partirá The irishman, un proyecto que maneja hace 10 años junto a Robert De Niro y que cuenta la historia de Frank El Irlandés Sheeran, el gángster que poco antes de morir en 2003 confesó haber asesinado al dirigente sindical Jimmy Hoffa en 1975. En la película, De Niro hará de Sheeran y marcará el reencuentro con Scorsese tras 22 años desde Casino.
Hasta ahora el proyecto ha pasado de productor en productor y costó muchos tratos hechos y deshechos en el camino. Ya se sabe que Silencio no funcionó como se esperaba y algunos de los financistas iniciales de The irishman abandonaron el buque antes de que zarpara. Algunos de los salientes fueron Paramount y la compañía STX, que desembolsaron 50 millones por los derechos de distribución en el último Festival de Cannes. A última hora decidieron venderlos, pero por suerte existe Netflix, el nuevo jugador del cine mundial. Según reportó Variety este martes, la exitosa compañía sí tiene fe en el proyecto, quizás la misma que Scorsese y de Niro, y compró los derechos por 50 millones de dólares. El rodaje comenzará a fin de año.