"Surgió como una ola fuerte que parecía transformarse en tsunami, pero llegó a la recta final de la carrera reducida a un fenómeno de mucha espuma y poca agua". Para el escritor y periodista brasileño Eric Nepomuceno, esa figura resume lo que fue el fenómeno de Marina Silva en esta campaña presidencial.
La líder ecologista, quien en 2010 fue presidenciable por el Partido Verde y conquistó casi 20 millones de votos, irrumpió en la campaña inesperadamente en agosto tras la muerte del aspirante presidencial del Partido Socialista Brasileño (PSB) y compañero de fórmula, Eduardo Campos, en un accidente aéreo. En pocos días, tras sucederlo como candidata, llegó a aventajar a Dilma Rousseff por 10 puntos porcentuales en un eventual balotaje. Sin embargo, fue perdiendo terreno en la recta final de la campaña, al punto de quedar por primera vez tercera en los sondeos en la víspera de los comicios. ¿Qué sucedió? "La figura mesiánica se deshizo gracias a su propia inconsistencia, a su propia incongruencia, pero también gracias a los durísimos ataques lanzados tanto por Dilma como por Aécio Neves", el candidato presidencial del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), Aécio Neves, sostiene Nepomuceno.
Para Bolívar Lamounier, director de la consultora Augurium de Sao Paulo, "Marina se desinfló en la exacta proporción del artificialismo de su ascensión tras la muerte de Campos". "A eso hay que agregar su inconsistencia programática, lo diáfano de sus bases políticas y, por supuesto, el debate del jueves, que evidenció la arrasadora superioridad de Aécio sobre todos los otros candidatos, Marina inclusive", explicó Lamounier a La Tercera.
Por su parte, Gaudêncio Torquato, consultor político y profesor de comunicación política de la Universidad de Sao Paulo, explica a este medio que Silva, tras su derrota en primera vuelta, "deberá abandonar el PSB y volver a trabajar por la creación de su Red de Sustentabilidad", la cual no alcanzó a ser formalizada a tiempo para estas elecciones, obligando a sus integrantes a afiliarse a la colectividad socialista para unir fuerzas.
Torquato cree que Silva "podrá ser un perfil a disputar nuevamente en 2018". Sin embargo, Lamounier sostiene que la líder ecologista debe "descartar el mito de la autocarismatización que la orientó en 2010 y otra vez este año".