Los futboleros del este de Mosul vivieron en la amargura bajo el yugo del Estado Islámico (EI), que prohibía las camisetas de equipos extranjeros e interrumpía los partidos para rezar. La derrota de los yihadistas les ha devuelto la sonrisa.
"El terreno de guerra es más noble que el terreno de juego", afirmaban los yihadistas en los sermones en la mezquita, recuerda Osama Ali Hamid.
Hoy, el joven de 26 años saborea, con sus amigos, el placer de pisar un campo de césped artificial nuevo.
Una libertad recuperada en enero, cuando las fuerzas iraquíes expulsaron a los yihadistas de la parte oriental de Mosul, la segunda ciudad del país, después de tres meses de combates encarnizados.
"Antes, cuando teníamos un partido, nos vigilaban y algunos de ellos llevaban armas. Nos impedían vestir camisetas de equipos extranjeros", recuerda Osama, que luce con orgullo la del club alemán Borussia Dortmund.
Cuando alguien osaba infringir las normas, los combatientes del EI cortaban los logotipos extranjeros de sus camisetas.
Los jugadores tampoco podían vestir pantalones cortos que dejaran a la vista las rodillas, recuerda Laith Ali, de 23 años.
Ahora pueden disputar, por fin, un partido entero sin tener que interrumpirlo por la llamada a la oración en las mezquitas locales.
El EI incluso prohibía pitar durante los partidos porque decían que este ruido atraía "a los demonios", cuenta Mustafá Nur, de 25 años. Según él, violar la prohibición se castigaba con hasta dos o tres días de cárcel.
A la espera del campeonato
El fútbol es un deporte muy popular en Irak e incluso sirve de nexo de unión entre las distintas comunidades.
En el este de Mosul, se han acondicionado 12 campos de fútbol desde la expulsión del EI, detalla Mohamed Abdelkarim al Mimaari, jefe del departamento de deportes y juventud de la provincia de Nínive, cuya capital es Mosul.
Los primeros días del mes, sus servicios organizan una "jornada del deporte" para fomentarlo en la ciudad, todavía dividida. Los combates entre los yihadistas y las fuerzas iraquíes hacen estragos en la parte oeste, del otro lado del río Tigris.
Muchos habitantes esperan que el Mosul Club, uno de los equipos iraquíes más célebres antes de la llegada del EI, coseche de nuevo los éxitos de antaño.
En 2014, el equipo se preparaba para su gran vuelta al campeonato iraquí cuando el EI se hizo con el control de la ciudad y prohibió la salida de los jugadores.
Actualmente el equipo sufre las consecuencias de la división de Mosul. Su sede y los campos de entrenamiento se encuentran en el este, un área bajo control del gobierno, pero su estadio principal está en el oeste, en la zona de combate.