El papa Francisco abre el domingo en el Vaticano su primer sínodo de obispos, marcado por las tensiones y divisiones ante los cambios del modelo de familia y la propuesta de dar la comunión a los divorciados que se vuelven a casar.

Durante quince días, del 5 al 19 de octubre, unos 300 prelados, entre cardenales y arzobispos de todos los continentes, debatirán a puerta cerrada sobre "Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización", según el título del encuentro.

"El papa ha dado total libertad para discutir ampliamente sobre esos temas", afirmó este viernes a la prensa el cardenal Lorenzo Baldisseri, secretario general del sínodo.

"Se trata de algo nuevo. No había ocurrido que un papa llamara a la iglesia a expresarse de forma global sobre ese tema. Una nueva actitud", agregó.

La asamblea fue fijada al término de una consulta mundial sobre la evolución de la familia, lanzada por el papa argentino pocos meses después de  su elección en marzo del 2013. 

A través de un cuestionario enviado a los obispos en el que se abordaban temas tabúes como el matrimonio homosexual, las parejas de hecho, el divorcio y  la comunión para los divorciados que se vuelven a casar, el papa instaba a la iglesia a debatir y a abrirse a los cambios que el modelo de familia está  atravesando.

Sin embargo, el hecho de que varios países hayan enviado a sus representantes más conservadores, como ocurre con España, y que un grupo de  cinco cardenales se rebelara en septiembre contra la posibilidad de otorgar la comunión a los católicos divorciados que se vuelven a casar, despierta dudas  sobre la posible introducción de cambios importantes.

"En un lado están los que temen que las aperturas de carácter moral terminen por generar el derrumbe del edificio de la doctrina católica, y por otro lado están los que esperan importantes novedades, quienes podrían salir decepcionados", resumió a la AFP-TV Iacopo Scaramuzzi, vaticanista de TMNNews.

Después del sínodo extraordinario, el papa ha programado para 2015 un sínodo ordinario, al término del cual la Iglesia católica podría adoptar medidas específicas, fruto de la mediación entre sectores.  

Las expectativas en los dos campos son altas y no se excluye que la jerarquía de la Iglesia termine por reiterar el valor de la familia tradicional y condene el llamado "divorcio católico".

El aumento de los divorcios, de las familias monoparentales, de la convivencia extramatrimonial y de las uniones entre personas del mismo sexo está cambiando el modelo de familia, y por ello el papa argentino quiso convocar el sínodo.

"La iglesia no es estática, camina con la historia. No es ideología, es historia. Hay que ver a la familia en el contexto actual que es muy diferente del de hace 33 años", aseguró Baldisseri.

Los numerosos católicos que viven hoy en día "por fuera de las reglas" preocupa a la Iglesia liderada por Francisco, que en numerosas ocasiones ha  instado a "acogerlos" y a evitar "excluirlos". 

Ante fenómenos tan amplios como la convivencia, las uniones libres sin reconocimiento ni religioso ni civil y los casos de separados y divorciados que se vuelven a casar, la respuesta de Francisco podría ser decepcionante, según algunos observadores de asuntos vaticanos.

LAS DIVISIONES CRISPAN EL CLIMA EN EL VATICANO 

Si bien el santo padre ha instado en varias ocasiones a un debate "sereno y abierto", el enfrentamiento entre progresistas y conservadores se agudizó en  los medios de comunicación y hasta entre casas editoriales.

La propuesta del pontífice argentino de examinar la posibilidad de conceder la comunión a los divorciados que se vuelven a casar despertó el avispero del  sector más conservador, liderado por el influyente prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal alemán Ludwig Müller. 

En un libro firmado por Müller y otros cuatro cardenales, se defiende la "indisolubilidad" del matrimonio católico, y en resumen se cierra la puerta a  los católicos divorciados que quieren acceder al sacramento de la comunión.

El hecho de que el libro haya sido lanzado semanas antes del inicio del sínodo extraordinario fue considerado una operación mediática para frenar la idea del papa jesuita.

El otro bloque, el progresista, está representado por otro cardenal alemán, William Kasper, a quien Francisco elogió públicamente durante uno de sus  primeros ángelus en la plaza de San Pedro.

Kasper también publicó un libro-entrevista con el título "La esperanza de la familia", en el que propone que se permita comulgar a los divorciados que se  hayan vuelto a casar con la condición de que cumplan un período de penitencia, como ocurre en la iglesia ortodoxa.

"Todo pecado puede ser absuelto. Así que no es imaginable que un ser humano pueda caer en un limbo del que Dios no lo pueda salvar", explicó en una  entrevista Kasper.

La esperanza de esos católicos es que se apruebe un reglamento excepcional en nombre de la "misericordia".

En un artículo publicado recientemente por el diario La Stampa, el cardenal italiano Angelo Scola propone que se facilite el procedimiento para la anulación de los matrimonios, que es demasiado lento, complicado y costoso.

Una opción que no todos comparten dentro de la Iglesia, pero que podría ser una solución de compromiso entre las partes, según varios observadores del  Vaticano.