En el barrio de Arnous en Damasco los cortes de energía duran tres horas por tarde, afectando la rutina diaria de Abdallah Zaitoun, un contratista cuyo negocio era floreciente hasta el inicio hace 10 meses del levantamiento popular.

"Siempre sentí que era privilegiado cuando pasaba por los barrios humildes en los límites de la ciudad. Ahora tengo miedo todos los días de que esta crisis continúe sin una luz al final del túnel", dijo Zaitoun, de 44 años, desde su oficina en el distrito comercial de Seven Lakes en la capital siria.

El hijo de Zaitoun de 14 años, Abdullah, que asiste a una escuela privada de elite, lucha ahora por completar un trabajo en su computadora portátil Toshiba debido a los cortes de electricidad. Su mujer Zainab, una profesora, está tratando de ahorrar dinero reduciendo la lista de compras que solía incluir barras de chocolate importado, quesos franceses y jugos de frutas.

Ellos y muchos otros residentes de los vecindarios más ricos de la capital, previamente aislados de los disturbios que han sacudido a Siria en una revuelta contra el Gobierno del Presidente Bashar al-Assad, dijeron que están empezando a sentir la urgencia y temen que lo peor aún esté por venir.

Según el Fondo Monetario Internacional la economía siria se contraerá un 2 por ciento este año, la primera desaceleración desde el 2003, como resultado de la agitación que comenzó en marzo. Economistas independientes dicen que las mayor sanción impuesta por países occidentales y árabes sobre Siria será la reducción de sus ingresos petroleros y las exportaciones, aun cuando las autoridades sostienen que nuevos mercados de exportación en Irak e Irán podrían suavizar el impacto de la pérdida de paises importadores.

El gobierno ha alertado a los residentes de mayores racionamientos de electricidad, culpando a "terroristas" por el sabotaje de plantas de energía en lo que economistas y líderes empresariales dicen es un esfuerzo por conservar el escaso petróleo mientras la crisis política afecta más profundamente la economía.

Junto con el empeoramiento de las condiciones económicas, la masacre en el corazón de la capital siria en las últimas semanas, después de que ataques con bombas dejaran decenas de muertos, ha infundado un mayor temor entre muchos sirios de una creciente violencia y luchas sectarias.

En las concurridas calles de Aleppo, en el norte del país, un centro económico y la ciudad más poblada de Siria, así como en Damasco, los vecinos dicen que la depresión está llegando a la clase media que antes de la revuelta había gozado de años de prosperidad después de que las autoridades aliviaron controles sobre el sector privado."La gente está cansada y no está satisfecha. Sí, hay actividad, pero nuestras ventas son casi una cuarta parte de lo que eran", dijo Sadeq Omar dueño de una tienda de accesorios femeninos en el distrito comercial de clase media de Shalaan, en Damasco.

Largas filas para conseguir combustible, junto con escasez de pan, aún en áreas del país que no han vivido los meses de protestas, suman malestar, dicen los sirios. El Gobierno ha aumentado los precios oficiales de combustible, a 50 libras ($451 pesos chilenos) el litro desde 44 libras ($396 pesos chilenos) hace tres semanas, llevando a muchos vecinos a abastecerse en un floreciente mercado negro.

La inflación es difícil de predecir puesto que los datos oficiales, que mostraron la inflación en el 5,7 por ciento a fines de noviembre, son rechazados por economistas independientes, que estiman que los precios han aumentado en promedio un 30 por ciento desde septiembre. "La clase media ha sido golpeada. Su poder de compra ha disminuido en al menos 18 al 22 por ciento y para los (hogares) de menores ingresos, ha sido triturado", aseguró Essam Zamrick, vice presidente de la Cámara de la Industria de Damasco y propietario de una planta de procesamiento de alimentos.