Para Viviane Katrina Albertine, aquellos que en algún punto de sus vidas deciden publicar su autobiografía o son idiotas o están quebrados. "En mi caso es un poco de las dos cosas", reconocía la guitarrista y compositora de origen australiano al diario inglés The Guardian en 2014, pocos días después de lanzar su primer libro de memorias, Clothes, clothes, clothes. Music, music, music. Boys, boys, boys.

Lo de aquella entrevista promocional no fue precisamente un lapsus ni un arranque de sinceridad. En su debut editorial la guitarrista del grupo The Slits opta por la honestidad brutal desde el primer capítulo, dedicado a la masturbación. Incluso antes, en el prólogo, le ahorra trabajo a los lectores más apurados enumerando en qué página se pueden encontrar referencias al sexo, las drogas y el rock. De todo eso hay en Ropa música chicos, el abreviado título con el que llega a las librerías nacionales la aplaudida autobiografía de una de las mayores heroínas que tuvo el punk inglés en su génesis.

Escogido como uno de los lanzamientos del año por The Sunday Times, Los Angeles Times y NME, el volumen va más allá de la típica crónica rockera de excesos y amoríos para reconstruir con humor y franqueza cada fragmento de la vida de su autora, una de las pocas protagonistas mujeres de una revolución cargada a la testosterona. Por un lado al mando de The Slits, el cuarteto femenino que formó un año antes de la explosión del punk londinenese en 1977, y también como pareja y confidente de algunas de las grandes figuras del género, como Mick Jones de The Clash, Johnny Thunders de The New York Dolls y Sid Vicious de Sex Pistols (con quien integró el conjunto The Flowers of Romance).

Un anecdotario estelar que "Viv" Albertine narra con una ligereza y naturalidad poco habitual en las estrellas de rock, en un ejercicio más cercano a lo que hizo Kim Gordon de Sonic Youth en Girl in a band, que a La ira es mi energía de John Lydon y otras memorias publicadas por algunos de sus compañeros de generación, en su mayoría relatadas desde el triunfalismo y el mito.

Con todo, Albertine confiesa que fue cuando vio por primera vez sobre un escenario a los autores de God save the Queen, a mediados de los años 70 y sin su pareja Mick Jones -quien se negó a acompañarla a un show de quienes consideraba "sus rivales"-, el momento preciso de su epifanía artística. "John ha convertido en virtud todo aquello de lo que yo me avergüenzo. No se disculpa por ser como es y venir de donde viene. Mientras observo a los Sex Pistols me doy cuenta que es la primera vez que veo a un grupo y siento que no hay ninguna barrera entre ellos y yo", relata la artista, quien meses después, junto a Ariane Forster (Ari Up ) y Paloma Romero (Palmolive), formaría uno de los conjuntos más radicales e inclasificables de la escena.

No soy leyenda

Si bien algunos de los pasajes más llamativos del libro tienen que ver con la escasa presencia femenina en la prehistoria del punk, lo que convirtió a Albertine y sus compañeras en las más marginales de los marginales -en ocasiones sufriendo burlas, acoso e incluso ataques sobre el escenario-, Ropa música chicos se termina de confirmar como una pieza atípica a partir de su reveladora segunda mitad, cuando la autora describe todo lo que vino después del fin de The Slits en 1982 y la resaca del movimiento musical.

En ese mismo tono descarnado, Albertine comienza a relatar otra historia, una que comienza cuando se ve enfrentada a los problemas de la adultez ya sin perspectivas claras en el horizonte. Una etapa sin el glamour ni el encanto de la era del punk rock, en el que la guitarrista probó suerte como profesora de aeróbica y buscó reiventarse en la música, al tiempo que lidió con un cáncer y se autoimpuso una vida convencional que la llevó incluso a ocultarle su pasado a su hija.

Ya con 62 años, liberada de aquellos conflictos y luego de retomar su carrera solista en 2010, Albertine asegura que sus memorias están dirigidas a la gente normal. "Cuando regresé a la música mucha gente me venía a decir que yo era una leyenda, pero nunca me he sentido así. En el libro traté de desmontar la leyenda para que cualquiera viese que no hace falta ser cool de nacimiento como los nuevos artistas, que puedes ser todo lo tímido e inepto que desees", explicó en abril al diario El País.