Parece una zona de combate. La lucha es contra la colonia de ratas, la humedad, las drogas y los grupos que se toman las ruinas que los rodean y les impiden circular libremente de noche. La imagen rememora, de cierta forma, a la devastación que hoy viven ciudades de Siria o Gaza, inmersas en conflictos bélicos, pero aquí, en Chile, al sur de Santiago, en Bajos de Mena, un lugar que ha sido estigmatizado y segregado por décadas, cuatro familias habitan entre los escombros de los edificios donde alguna vez hicieron sus vidas. Todo como resultado de un programa habitacional que benefició a sus vecinos, pero los dejaron a ellos rodeados de ruinas.
En la población Cerro Morado, un condominio de viviendas sociales de Puente Alto, se implementó el año pasado un programa inédito: la entrega de subsidios habitacionales de hasta 700 UF, que daban a las personas la posibilidad de elegir y comprar una nueva casa y así abandonar las que habitaban, la mayoría construidas con bajos estándares de calidad. Entre los requisitos se establecía que el 85% de los habitantes del block debían acordar salir del lugar de forma simultánea, de forma de tener las condiciones de demoler el edificio.
Este beneficio también se extendió a la Villa Francisco Coloane, a pocos metros de allí, y a otras tres emplazadas en Quilicura, Rancagua y Viña del Mar.
"El plan piloto Segunda Oportunidad se creó como mecanismo para reubicar a las familias en otros sectores. Es una estrategia más de las distintas iniciativas que se han implementado para propiciar la reconversión del lugar", explica el seremi de Vivienda de la Región Metropolitana, Aldo Ramaciotti. "En los espacios que se desocuparán en Bajos de Mena se busca, principalmente, dotar de mejores departamentos y de nuevo equipamiento urbano, que hoy es escaso", agrega.
Muchos de los vecinos se fueron, pero hubo un grupo que se negó a partir: algunos eran arrendatarios, otros vivían de forma irregular y otros simplemente no encontraron nuevas viviendas. Se quedaron con sus departamentos intactos, en medio de edificios que fueron por completo "inhabilitados", es decir, sin puertas ni ventanas y con las murallas destruidas.
"Acá entraron con máquinas a botar las paredes de los que estaban desocupados", dice María Hurtado, dueña de casa, que vive al fondo de uno de los blocks. La mujer cuenta que en enero pasado, además, se retiró cada puerta y ventana de los departamentos sin habitantes. "Y dejaron todo tirado aquí. Para pasar, tuvimos que limpiar nosotros", relata.
HUMEDAD Y RUINAS
El plan Segunda Oportunidad fue iniciado el 2013 con el objetivo de trasladar en tres años a cerca de 55 mil familias de todo Chile que viven en construcciones de mala calidad. Pero en las otras comunas el proceso de traslado de los vecinos ha sido "mucho más fluido y con mucha mejor aceptación", según explica el seremi. "No hemos registrado situaciones similares a las de Bajos de Mena", agrega.
Allí, los que fueron quedando deben lidiar con las ratas, la humedad, el frío y los desórdenes que se producen entre las ruinas. "Las niñas de la vecina no pueden jugar solas acá. Hay mucho cabro drogado entre los departamentos", relata Marcelo Pereda, otro de los residentes que aún vive en Cerro Morado. "No falta el que te dice que te va a llenar de plomo", añade.
Ellos no han sido los únicos. "Antes había más como nosotros en la Francisco Coloane", dice una madre que sólo se identificó como Macarena. Según afirman los vecinos del sector, hasta hace un mes quedaba sólo una persona viviendo entre cuatro blocks inhabilitados.
El ex subsecretario de Vivienda de la administración anterior Francisco Irarrázaval explica que "no podíamos esperar a que todos se pusieran de acuerdo para salir, porque de lo contrario no habríamos sacado a las personas nunca. Los que querían irse nos exigían hacer algo". Asimismo, añade que "si las familias están viviendo ahí es porque el gobierno actual no las ha sacado aún. Nosotros logramos dar solución a más de 820 familias en total y ellas están muy contentas".
Según los datos entregados por la Seremi de Vivienda, en el sector de Bajos de Mena se entregaron 420 subsidios y hasta el momento 279 familias ya concretaron la compra de un nuevo hogar.
Viviana Fuentes es una de las beneficiadas. Dirigente del comité de vivienda de Francisco Coloane, afirma que el subsidio "nos cambió la vida". "Siempre anhelé salir de ahí, por el hacinamiento en que vivíamos con mis cinco hijos y seis nietos", dice. Sobre la situación de las personas que permanecen entre los escombros, opina que "es indigno que vivan así, pero ellos tomaron la opción de no aceptar el subsidio".
En el intertanto, la municipalidad monitorea la situación entregando ayudas. "Hemos apoyado el proceso con más rondas de Carabineros, con el trabajo de asistentes sociales y desratización", afirma el alcalde de Puente Alto, Germán Codina. Además, opina que las inhabilitaciones son necesarias: "Cuando no se hizo, la gente se tomaba los departamentos. No queda otra alternativa que demoler y aprovechar los terrenos para construir algo nuevo", asegura.
Sin embargo, las inhabilitaciones están hoy en cuestión. "Es un tema que vamos a revisar y generar nuevos mecanismos que eviten que este tipo de situaciones vuelvan a repetirse", puntualiza el seremi.