"Es un momento de oportunidades y riesgos que, si no sabemos leer finamente, puede implicar un grave retroceso de los valores que representamos y de los beneficios que el progresismo ha implicado para nuestras sociedades, algo impensable hasta hace muy poco".
La palabras de la Presidenta Michelle Bachelet resonaron en el antiguo salón de sesiones de la Cámara de Diputados de la sede del Congreso en Santiago. El viernes pasado, la Mandataria inauguró el foro internacional "Repensar el mundo", organizado por el Instituto Igualdad y la Fundación Salvador Allende, ambos vinculados al Partido Socialista. Entre representantes de partidos socialistas europeos, parlamentarios laboristas, y miembros de think tanks del Viejo Continente ligados al "progresismo" el tema era uno solo: las relaciones entre la Unión Europea y América Latina, en tiempos de Trump, el Brexit, el fenómeno Macron y la crisis global del sistema político.
Bachelet habló también de la importancia del entendimiento entre el centro y la izquierda en Chile, fórmula política que le dio estabilidad al país desde el retorno a la democracia. Lo hizo justo un día antes de que la junta nacional de la DC decidiera competir con su candidata Carolina Goic directamente en primera vuelta, poniendo en serio riesgo dicha configuración, por primera vez desde hace casi 28 años. Lo último ocurre en momentos en que dicho sector, hoy en el gobierno, se podría ver amenazado desde la izquierda por el Frente Amplio y desde la derecha, con las posibilidades de Sebastián Piñera, favorito en las encuestas, de recuperar el poder para Chile Vamos.
Para Carlos Ruiz, el director del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile y fundador de la Izquierda Autónoma, el divorcio entre sociedad y política es la causa de la desafección creciente respecto de los procesos políticos chilenos. Atribuye dicho divorcio a las administraciones también llamadas "progresistas" de los gobiernos de la Concertación.
"Con el ciclo neoliberal y lo que acá conocimos como progresismo, se demostró una incapacidad de enfrentar ese ciclo neoliberal con políticas que la gente pudiese asociar a sus viejos discursos de protección social. Se produjo un desdibujamiento del Estado: por el simple hecho de recuperarlo se recuperaban derechos sociales y se recuperaba dicha protección. Nada de eso ocurrió, el Estado ha aumentado sus presupuestos en los últimos 25 años y eso no ha redundado en protección social, ni en más igualdad, ni en más derechos sociales, todo lo contrario. Aumentó el Estado por la vía de privatizar la educación pública, privatizar más la salud pública. En esa aparente contradicción hay una izquierda que se ha ido desdibujando. Sobre todo y en particular lo que se entendía como el alma progresista de la Concertación", plantea uno de los ideólogos de la Izquierda Autónoma.
Ruiz dice que esa izquierda desdibujada dejó un vacío, aunque dice, a diferencia de lo que ocurre en Europa donde la ciudadanía, pese a darle la espalda a los partidos tradicionales, sí participa de las elecciones, acá la desafección es crucial.
"En Chile es distinto, porque no tienes un aumento de participación en política porque sencillamente esa vieja izquierda dejó un vacío. Un vacío que otras fuerzas, como el Frente Amplio, están pensando y apostando a llenar, recuperar, pero eso todavía está por verse", dice Ruiz.
"No calificaría la situación actual como una declinación de las izquierdas, sino como un desafío nuevo de las fuerzas de centroizquierda", dice, por otra parte, el ex ministro PPD Sergio Bitar, quien no cree que la crisis sea terminal.
"La coalición de centroizquierda es atomizada. Está con pugnas, principalmente con la decisión de sectores de la DC de creer que les puede ir mejor y que detienen su declinación si apuestan a la primera vuelta -que es lo que ocurrió- separados. ¿Eso significa el término y una lápida al proyecto de centroizquierda chileno? O hay posibilidades de ponerse de acuerdo en segunda vuelta. No olvidemos que el año 2005 la derecha llevó dos candidatos y una lista parlamentaria y luego gobernaron juntos. No dramatizaría", dice Bitar, quien respecto de la amenaza desde la izquierda, es escéptico.
"Creo que estamos en presencia de un cambio más profundo en la sociedad chilena respecto de los derechos, de la igualdad y de la participación. Si el bloque de gobierno se aglutina y muestra un camino de reformas viables, responsables, con mayoría social y lo otro puede ser un camino testimonial, de minoría, sin resultados, eso le va a dar una influencia mayor a la centroizquierda y una influencia menor a los grupos como el Frente Amplio. ¿Seremos capaces? ¿Podrán los partidos cohesionarse nuevamente? ¿Podrán tener un programa sólido que los aglutine? Creo que hay riesgos y hay que poner el máximo esfuerzo en tratar de conjugar esos riesgos", insiste el ex ministro PPD.
Para otro ex ministro concertacionista, Carlos Ominami, quien analiza frecuentemente este fenómeno desde la Fundación Chile 21, "la socialdemocracia no ha sido capaz de subordinar el mercado y la economía a las definiciones de la política, y la política entra en crisis, porque no es capaz de responder las cosas que le pide la gente".
Ominami agrega otra dimensión: la responsabilidad del actual gobierno.
"Hay un pérdida de la confianza en nuestras ideas y en eso la herencia de este gobierno es bien delicada. La brecha entre las expectativas que se generaron y la realidad, ha sido muy grande. Hay una cierta pérdida de convicción, y una cierta pérdida de fe en la capacidad de nuestras ideas para modernizar Chile y desarrollar el país".
Pero el ex ministro y ex socialista también admite que se repiten los problemas del pasado: el divisionismo de la izquierda, lo que a su juicio podría ser perjudicial para el cuadro actual.
"Los dramas de Chile tienen mucho que ver con las divisiones de la izquierda. El colapso de la Unidad Popular tiene que ver con las divisiones de la izquierda, con las incomprensión de la política que estaba desarrollando Allende, la lucha contra la dictadura también se dio con oposiciones muy fuertes, lucha armada versus lucha pacífica, y la transición también. Entonces a mí me preocupa que lo que se esté fraguando sea una nueva división de la izquierda, un nuevo desencuentro, y eso presagia y sea el anticipo de malas cosas. Que signifique fortalecer las posibilidades de que la derecha se mantenga por un tiempo largo del poder", cierra Ominami.