El estudio jurídico Carey & Cía reúne a más de 150 abogados y cuenta con 380 empleados, convirtiéndose así en el más grande del mercado local. A partir de diciembre de 2010 se vinculó con los 33 mineros que fueron rescatados de la mina San José, en octubre de ese año, para firmar contratos de asesoría para representarlos en la explotación comercial de sus derechos relacionados con el accidente. Dos años después, y por las diferencias internas de los trabajadores, Carey & Cía. decidió terminar la relación.

Hoy, y luego que dos de los "33" presentaran una denuncia en fiscalía por supuestos incumplimientos de promesas, Jaime Carey, socio de la firma, revela detalles inéditos de este vínculo.

¿Cómo ocurrió el primer acercamiento?

El abogado Remberto Valdés, quien conocía a algunos mineros, se acercó a nosotros con el interés que lo asesoráramos para la negociación de una película y un libro de la experiencia vivida por los 33.

¿Cómo fue el proceso de negociación para representarlos?

Para tomar la representación, hubo un proceso que duró un poco más de un mes desde que les hicimos la presentación formal del proyecto en nuestras oficinas, hasta que se firmó el último contrato del perfeccionamiento de la estructura. Una vez terminada esta etapa, contratamos a la agencia de talentos norteamericana WME, la más grande del mundo, y al prestigioso estudio jurídico americano Arent Fox, para las negociaciones internacionales.

¿Qué se buscaba con esta representación?

Asumimos esta responsabilidad con gran entusiasmo, porque lograr la comercialización de la experiencia vivida por los 33, representaba un desafío profesional muy importante. Lo primero que hicimos fue asegurar jurídicamente la unidad de los 33 y darle valor a la historia vivida. Para esto, se generó una estructura legal que formalizó el pacto de mantener el secreto que habían hecho los mineros bajo la mina, plasmándose todo en una sociedad de propiedad exclusiva de ellos. Esto fue una tarea compleja, ya que la mayoría de los hechos de la historia eran públicos, por lo que cualquier persona podía hacer una película o libro basada en hechos reales, sin necesidad de pagar regalías a los mineros.

¿Cómo fue la relación que se estableció con los mineros?

Si bien poner de acuerdo a 33 personas y sus familias no es una tarea fácil, durante casi dos años no tuvimos mayores inconvenientes. Las relaciones eran fluidas y manteníamos permanente contacto con los mineros y sus distintos dirigentes. De hecho, estaban muy conformes con los acuerdos que fuimos alcanzando y que hoy son una realidad. Para la película, por ejemplo, negociamos un contrato con un gran productor de Hollywood (Mike Medavoy) y para el libro se contrató a Héctor Tobar,  escritor ganador de un premio Pulitzer. Entendemos que ambas obras se estrenarán pronto.

¿Cómo fue que empezó a deteriorarse la relación con ellos?

La relación con la directiva de entonces lamentablemente se comenzó a deteriorar producto, a nuestro juicio, de la influencia de agentes externos. Comenzaron a confundir a los mineros, haciéndolos pensar que podían obtener mejores condiciones que las ya pactadas. Ello trajo conflictos y  divisiones al interior de los 33, y para nosotros se hizo muy complejo trabajar en este ambiente de desunión y desconfianza. En ese contexto, decidimos dar un paso al costado para no ser un obstáculo para la materialización del proyecto y el bienestar de los mineros.

¿Cómo fueron los términos en que finalizó esta relación?

Nos preocupamos especialmente de hacer una transición transparente y ordenada, traspasando toda la información a la directiva de los 33 junto a sus nuevos abogados. Una vez concluida la rendición de cuentas, y revisado los antecedentes, se nos otorgó un finiquito en el que se declara la total conformidad con nuestra labor.

¿Qué le parecen las acusaciones que se presentan hoy, en que se dice que los contratos no habrían sido justos?

Si bien no conocemos el contenido de esta denuncia, nos parecería tremendamente injusto e ilógico que se insinuara que nuestro estudio hubiera querido perjudicar o aprovecharse de alguna manera de los mineros. Más aún, si durante nuestra asesoría no recibimos honorario legal alguno y renunciamos a cualquier beneficio al que tuviésemos derecho.

¿Sienten que traicionaron sus confianzas?

Si bien esta situación nos duele profundamente, no culpamos a los mineros. No obstante, nos resulta incomprensible la actitud que han asumido algunos de los 33, luego de los grandes esfuerzos que de buena fe hicimos para prestarles la mejor asesoría. Creemos que los cuestionamientos se deben a malos consejos que han estado recibiendo por parte de terceros interesados.

¿Volverían a trabajar con ellos si así se lo pidieran?

Si los 33 volvieran a estar unidos como al principio, estaríamos dispuestos, porque seguimos sintiéndonos comprometidos con ellos y sus familias. Estamos, por lo demás, muy orgullosos de los logros conseguidos durante nuestra gestión.