De niño se colaba a ver fútbol en los estadios de la Plaza Chacabuco. Logró ser el encargado de la vara que con una red en el extremo rescataba la pelota cuando caía a la piscina detrás del arco sur del estadio Independencia, de Universidad Católica.

Jaime Abraham Bravo López nació el 30 de marzo de 1944 en Santiago (cumplió 72 años). "Nunca olvidaré la vez que vi a Cua-Cuá Hormazábal arengar a sus compañeros de Santiago Morning en el Santa Laura", dice.

Se inició en la segunda infantil de Colo Colo en 1958. Una hepatitis lo tuvo fuera de las canchas por tres años y regresó a la Juvenil. Campeón invicto de la Cuarta Especial, integró el equipo de Revelaciones que recorrió el país. Se clasificó campeón con Cadetes en el Nacional Juvenil de Arica en 1963, junto con Leopoldo Vallejos, Juan Rodríguez y Gustavo Laube.

Para el Sudamericano Juvenil de Colombia 1964 se les unieron Elías Figueroa y Carlos Reinoso. Chile fue vicecampeón y Bravo el goleador con cinco tantos: dos a Perú en Cali, dos a Paraguay en Barranquilla y uno a Colombia en Medellín. "Empatamos el primer partido, que debimos ganarlo, con Uruguay. Perdimos 2-0 ante Argentina, con dos goles de Pinino Mas. Y en los dos últimos encuentros nos faltó Elías Figueroa, por lesión. Con Elías habríamos sido campeones: era una muralla infranqueable".

Centrodelantero de zancada larga y buen cabezazo, Bravo debutó por Colo Colo en 1964. Estuvo cuatro temporadas y en 35 partidos anotó 21 goles, un par de ellos desde la derecha, sin ángulo. Por ejemplo, a Luis Larraín de Magallanes: "Le pegaba un pelotazo con un poquito de tres dedos. Era fortuito, porque podía salir a cualquier lado".

¿Por qué fue menos de lo que pronosticaba su carrera? "Conspiró una operación de apéndice, otra de amígdalas y una rotura de meniscos en la rodilla derecha. En la recuperación pegué un estirón de unos cinco centímetros, de 1,78 a 1,83 metros; en cambio siempre pesé lo mismo: 73 kilos. Y después sufrí una fractura en el empeine derecho, por una plancha de Haroldo Peña, el león de Collao".

Una huelga del plantel en enero de 1968 selló la suerte de Bravo en Colo Colo. Actuó en O'Higgins de Rancagua (1968), "un abrazo a César Valdivia"; en Universidad Técnica del Estado (1969), segunda división, "compartí con Jaime Barrera y el Polilla Espinoza", y en Antofagasta Portuario (1970 y 1971). Estudió educación física en el Físico de la U, en la Universidad del Norte y se tituló en la Universidad de Chile. Terminó su campaña en Deportivo Aviación (1973), campeón de Ascenso.

"Mis mejores recuerdos tienen que ver con la camiseta de Colo Colo, el espíritu de David Arellano y eso de atrás pica el indio. Mi ídolo, de la vereda opuesta, fue Leonel Sánchez, por calidad y por corazón".

En agradecimiento a lo que le dio el fútbol como jugador, entrenador y formador (trabajó con José Pekerman), en 2013 Jaime Bravo publicó Desde el solar al verde del Nacional, un libro amenísimo, con anécdotas y enseñanzas. Allí menciona a dos locos lindos: Carlos Vega (Ferrobadminton, Antofagasta Portuario) y el arquero Simón Kuzmanic (Colo Colo): "Por la Copa Libertadores 1967, empatamos 1-1 con River Plate en Buenos Aires: golazo de Chamaco Valdés desde afuera del área. En la sobremesa del hotel, Kuzmanic nos mantuvo más de una hora hipnotizados con la historia de un perro que tenía más vidas que un gato…".