El jefe mafioso Totò Riina, conocido como "La Bestia", y condenado a 13 cadenas perpetuas por 150 asesinatos, ¿tiene derecho a gozar del privilegio del arresto domiciliario a causa de su estado de salud? El tema concentra por estos días el debate en Italia. A principios de junio la Corte Suprema emitió una sentencia asegurando que "el derecho a morir dignamente debe ser asegurado a todos los presos" y llamó al Tribunal de Vigilancia Penitenciaria de Boloña, responsable de otorgar beneficios carcelarios, "verificar si el estado de detención (de Riina) supone un sufrimiento y una aflicción de tal intensidad que vaya más allá de la legítima ejecución de una condena". La resolución, que responde a una apelación presentada por la defensa de Riina, tras el rechazo al pedido de arresto domiciliario, desató una verdadera tormenta en Italia.

La Corte Suprema no es la responsable de tomar la decisión final, sino que ésta recae en el Tribunal de Vigilancia Penitenciaria de Boloña, que ahora debe revisar su fallo anterior en una fecha aún por determinar, aunque con instrucciones precisas de la Corte. Por eso, desde varios sectores surgieron voces críticas a la sentencia. "No permitiremos que Riina vuelva a Corleone (su ciudad natal)", dijo Carmelo Miceli, jefe del partido Democrático del primer ministro Paolo Gentilone en Palermo, mientras que en el otro externo, el presidente del partido de ultraderecha Liga Norte, Matteo Salvini, dijo haber quedado sin palabras tras la sentencia: "Las docenas de víctimas que le deben pesar en su conciencia y que fueron brutalmente asesinadas también debieron tener derecho a una muerte digna".

"Il capo di tutti i capi"

Totò Riina fue detenido el 15 de enero de 1993, tras pasar 25 años prófugo, mientras esperaba a su chofer en una esquina del centro de Palermo. Al ser detenido aseguró ser un simple contador y negó cualquier vínculo con Cosa Nostra. Ocho meses antes el juez antimafia Giovanni Falcone había sido asesinado por orden suya -lo que fue acreditado en el proceso- en el mayor ataque realizado por Cosa Nostra. Dos meses más tarde fue el turno de su sucesor, Paolo Borsellino.

Como jefe de la mafia siciliana, el llamado capo di tutti i capi, dirigió algunas de las campañas más sangrientas de Cosa Nostra, como la guerra de clanes en los 80 o la violenta venganza contra la condena a más de 300 miembros de Cosa Nostra en el llamado maxiproceso a la mafia de 1992. Miembro del clan de los Corleonesi, tras su arresto lo reemplazó a la cabeza de la organización uno de sus amigos más cercanos, Bernardo Provenzano, quien fue detenido en 2006 y murió 10 años después.

Durante el proceso en contra de Riina varios testigos describieron la violencia de sus métodos. Asesinó personalmente a 40 personas y ordenó la muerte de más de 100, según consta en su sentencia. Por eso varios familiares de sus víctimas salieron a reclamar contra la eventual decisión de otorgarle arresto domiciliario. "La corte debería recordar que la persona que está frente a ellos es la misma que voló en mil pedazos a servidores públicos y ordenó disolver en ácido a un niño pequeño", dijo Salvatore Borsellino, hermano del juez asesinado por Riina.

El Capo mafioso de 86 años, que lleva 24 años en la cárcel, está en una sección especial del hospital de Parma debido al cáncer a los riñones que padece. Según la presidenta de la comisión antimafia del Parlamento italiano, Rosy Bindi, que lo visitó el lunes pasado, "Riina está alerta, conversa y está muy bien atendido". Para Bindi, otorgarle más beneficios es improcedente. "Es aún un hombre peligroso y su familia es parte de la mafia", agregó. Para el fiscal antimafia Franco Roberti su excarcelación representa un riesgo porque "tenemos elementos para asegurar que Riina sigue siendo el jefe de Cosa Nostra". Según Roberti, habría incluso ordenado crímenes desde la cárcel.

La familia de Riina ha evitado hacer declaraciones en las últimas semanas. Uno de sus hijos, Salvatore Giuseppe, vive actualmente en Padua -tras cumplir una condena de ocho años de cárcel por asociación mafiosa- y el año pasado publicó un libro sobre su familia (Riina, Family Life). En él recuerda que el día que asesinaron a Falcone, ellos estaban viendo juntos las noticias. "(Mi padre) estaba sentado frente al televisor, en silencio, no lo vi agitado ni especialmente curioso", escribió.