Corría 1971 y el mismo Presidente Salvador Allende junto a un selecto grupo de intelectuales y artistas convocaron "a los creadores del mundo" a donar obras para la fundación de un museo de arte moderno y experimental para el pueblo chileno. La respuesta fue rápida y entusiasta, sobre todo de México, que no sólo fue uno de los primeros países en donar, sino que también operó como uno de los bastiones más significativos de la resistencia chilena en el extranjero, una vez que el museo -tras el Golpe de 1973- siguiera funcionando, ya no con el apoyo a la UP como motor, sino como rechazo a la dictadura.

Tras 45 años de historia, y dos años de investigación, los curadores mexicanos Amanda de la Garza y Luis Vargas articulan una exposición simultánea tanto en Chile como en México, para revelar las redes culturales y políticas, que se tejieron a nivel institucional y de comunidades entre ambos países, tomando como punto de partida la Colección y el Archivo del Museo de la Solidaridad (MSSA).

La exposición, que estará hasta el 28 de enero en el museo de Av. República, se enmarca en la investigación "La historia del MSSA, develando procesos y recuperando memoria", impulsado por el MSSA en conjunto con el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de México. En ella se ven 36 obras donadas desde México a Chile entre 1971 y 1977 como litografías, serigrafías, óleos, técnicas mixtas, escultura, dibujos y acrílicos. Entre los artistas que donaron están la rumana Myra Landau, la española Marta Palau y los mexicanos David Alfaro Siquieros, Eduardo Terrazas, Taller de Gráfica Popular, Nacho López y Manuel Alvarez Bravo. Además hay alrededor de 110 documentos entre fotos, cartas, afiches y recortes de prensa.

La historia es larga y accidentada ya que no fue hasta 1990, tras la vuelta a la democracia, que se reunificó la colección dispersa al interior y fuera de Chile para la reapertura del Museo de la Solidaridad Salvador Allende, que hasta ese momento no había tenido una sede concreta. Recién hace dos años comenzaron las investigaciones sobre la historia de cada donación. Partir con México era lo más lógico.

"Nos fuimos encontrando con varios retos, porque los mexicanos no recordaban tan claramente el proyecto del Museo de la Solidaridad. Recordaban haber sido solidarios y donar obras a Chile, a la resistencia, pero no el proyecto concreto que articulaba una red de solidaridad internacional. Eso nos llevó a revisar archivos para volver a la memoria. Y después nos dimos cuenta de que los personajes más obvios a veces no funcionaban, lo que nos hizo ir a entrevistar a otros grupos como los exiliados vinculados a la Casa de Chile en México o a los artistas que estuvieron más cerca de la resistencia chilena en México", cuenta Luis Vargas.

Aunque se trabajó con el mismo archivo y cuerpo de obra para las dos muestras, hay diferencias vitales, ya que en México no contaban con las piezas de la exposición que se daría en Chile, por lo que se enfocó mayoritariamente en el archivo. También se produjeron entrevistas grabadas que ayudaron a la memoria y que fueron acompañadas con el audio del histórico discurso de Allende en la Universidad de Guadalajara: el resultado es poderoso y envolvente.

"La historia de los años 70 en México y en Chile presenta el arte y la política como un capítulo; a la abstracción como otro, y al contexto de las relaciones diplomáticas también aparte. Aquí mezclamos todo, generando una fotografía de los años 70 mucho más rica, donde las tendencias hablan las unas con las otras y participan del mismo proyecto. Además el gobierno mexicano, que fue tremendamente solidario con los exiliados chilenos y argentinos, también reprimía gente en casa y mataba. Es un capítulo que nosotros conocemos como la Guerra Sucia, que va de 1979 a 1982 y para nosotros era importante contarlo también", concluye el curador.