Salir del país para trabajar o estudiar es una experiencia que no solo aporta a un buen currículo, además mejora la experiencia cultural y la capacidad de interactuar con personas de distintos orígenes, capacidades hoy a prueba en el país, debido al aumento de población migrante.

Sin embargo, en Chile solo el 5% de las personas dice que ha estudiado o trabajado en el extranjero. Así lo indica una encuesta realizada por GfK Adimark, que consultó a más de cuatro mil personas sobre cómo los chilenos se vinculan con los inmigrantes.

Medardo Aguirre, director del Centro Nacional de Migraciones de la U. de Talca, explica que en la medida en que las personas tienen acceso a conocer otras culturas y vivir en otros lugares, "deberían estar más dispuestas a aceptar a personas de otras culturas".

El pequeño porcentaje que viaja al extranjero, y también de extranjeros que llegan a Chile, dice Aguirre, nos muestran un país que de alguna forma estaba un poco aislado del mundo, "y que ahora empieza a vivir un proceso de apertura en ambos sentidos, el cual debe ser mirado con la misma naturalidad con que se mira a Chile como un país con una economía abierta y que tiene tratados de libre comercio con gran parte del mundo".

José Miguel Ventura, gerente comercial + marketing de GfK Adimark, dice que viajar o estudiar en el extranjero "permite que los chilenos vayan conociendo y aumentando su roce con otras culturas, que puedan comparar, aprender y absorber realidades nuevas".

"Que el 5% de la población haya estudiado o trabajado fuera de Chile nos da cuenta de más de 800.000 chilenos que han vivido esta experiencia", resalta Ventura.

Que ese porcentaje sea bajo se relaciona con el costo de vivir afuera. "Quienes lo hacen, lo hacen becados por el gobierno, y si es por razones laborales, por oportunidades que tienen en sus empresas", aclara Roberto González, académico de la Escuela de Psicología de la U. Católica e investigador del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social.

Además, cada país tiene sus reglas para validar y reconocer sus títulos, lo que impone barreras muy fuertes, agrega González: "Existen mecanismos que permiten más movilidad para que eso ocurra, que los títulos y grados sean homologables a las instituciones extranjeras, pero eso depende de la calidad de las instituciones nacionales. Se necesitan innovaciones curriculares de primer nivel y masa crítica de profesores de calidad".

Tolerantes

El sondeo indica, además, que el 76% se reconoce tolerante en términos raciales, étnicos y sociales. Y si de integración se trata, un 37% dice tener amigos de otras nacionalidades y un 33% ha trabajado con extranjeros.

Son cifras de un acelerado y reciente proceso de migración en Chile. En la década de los 80, apenas el 0,7% de la población del país era extranjera (83.805 personas), según datos del Censo de 1982, la que para el Censo de 2002 aumentó a 1,2% (195.320). Hoy, según estimaciones del Departamento de Extranjería, son más de 477 mil los inmigrantes residentes, es decir, un 2,7% de la población.

Las cifra más actualizada la entregará el Censo 2017, que se espera podría duplicar a la actual. "Hoy se habla de 470 mil y muchos creen que se duplicará al millón, ya que muchos llegan como turistas, se quedan y no regularizan su situación. Podríamos llegar perfectamente al 5% o 6% de la población migrante", dice González.