¿Somos racistas los chilenos?
Insultos a jugador de fútbol venezolano reabrieron debate en la sociedad chilena.
"El fútbol tiene la gracia y la desgracia de ser un reflejo de lo que pasa en la sociedad, de los sentidos culturales que están dando vuelta, donde el racismo se cuela como parte de la cultura", afirma Lorena Fries, directora del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH), al ser consultada por los insultos que recibió el jugador venezolano de San Marcos de Arica, Emilio Rentería, en el partido frente a O'Higgins, el pasado viernes.
"Mono", fue solo uno de los improperios que debió soportar el jugador desde las tribunas, lo que obligó al árbitro a suspender el encuentro por un par de minutos. En señal de respaldo, Rentería fue recibido ayer en La Moneda (ver pág. 4), por parte del ministro secretario general de Gobierno, Álvaro Elizalde, y su par de Deportes, Natalia Riffo, quienes condenaron los ataques contra el deportista. El episodio reabrió el debate respecto a qué tan racistas e intolerantes somos los chilenos.
Mauro Basaure, investigador del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (Coes), valora el repudio generalizado a los insultos por parte de todas las autoridades, tanto del deporte como del gobierno y señala que si bien en nuestro país se producen incidentes como el que afectó a Rentería, todavía estamos lejos de los discursos que se han escuchado a partidos políticos europeos contra los extranjeros. "Chile es el país que más ha recibido inmigrantes los últimos años en el contexto latinoamericano. No somos particularmente racistas, porque en todos los lugares donde ha subido la inmigración, suben el racismo y la xenofobia. En Chile, todavía no vemos un discurso político que se haya legitimado en torno a esto", dice.
Plan nacional
Fries señala que el déficit cultural en materia de derechos humanos en el país, es una de las razones que permite que se produzcan hechos como el que afectó al futbolista y también otros, como la discriminación con los pueblos indígenas. En este sentido, recordó que Chile todavía no cuenta con un plan nacional derechos humanos en materia educacional, como en otros países.
Para organismos como Naciones Unidas, explica la directora del INDH, nuestro país debe avanzar en esta materia, por eso desde 1998, que este organismo ha insistido en la implementación de campañas públicas que inhiban el racismo y xenofobia, y el fortalecimiento de la educación inicial de los profesores.
Pese al episodio del futbolista, Chile sigue siendo un destino cotizado por los inmigrantes. Según una estimación del Departamento de Extranjería y Migración (DEM), del Ministerio del Interior, la cantidad de extranjeros regulares residentes en Chile llega a unos 441 mil. De acuerdo al organismo, la mayoría son peruanos (37,8%), seguidos por argentinos (15%) y bolivianos (7,7%). Por edad, el rango está entre los 19 y 56 años.
De los 441 mil inmigrantes, el 70,8% tiene un trabajo y un salario, muy por encima de los propios chilenos, cuya tasa de ocupación es de sólo el 51,4%. Mientras las mujeres cumplen labores en su mayoría como asesoras del hogar, los hombres lo hacen en el rubro de la construcción.
En términos de salud, el 42,5% de los extranjeros cotiza en Fonasa y el 15,6% en una isapre. Es decir, más de la mitad tiene acceso a la salud. Y en materia educacional, los números también los favorecen: el inmigrante tiene en promedio 12,3 años de escolaridad, el chileno, en cambio, promedia 10,5 años.
El ejemplo de Quilicura
Muchos de estos inmigrantes llegan al casco histórico de Santiago, desde donde emigran a comunas como Recoleta, Quinta Normal, Maipú, Estación Central y Quilicura. Precisamente, en esta última se han generado oportunidades únicas para los inmigrantes. Es la única comuna del país que tienen una oficina Municipal de Migrantes y Refugiados. Según su coordinadora, Yamilé Cabrera, la repartición atiende a familias haitianas, peruanas, argentinas, palestinas y paraguayas, entre otras, a las cuales les brindan un plan de acogida. Cabrera señala que existen unos 4.500 migrantes en el territorio comunal y que el próximo año realizarán el primer censo para saber efectivamente cuántos son. La encargada agrega que no enfrentan problemas de racismo, gracias a la política de integración del municipio. "No andamos entregando volantes con campañas de No al Racismo, sino que realizamos actividades de integración, como partidos de fútbol, actividades ecuménicas, entre otras, junto a toda la comunidad".
Gracias a las buenas prácticas de la comuna, en diciembre será nombrada "ciudad solidaria" por la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur), adelantó Cabrera.
Según María Emilia Tijoux, doctora en Sociología de la Universidad de Chile, la base del racismo criollo se remonta a la formación del Estado-Nación chileno, en el siglo XIX, el cual se configura en torno al desarrollo blanco europeo. "El deseo de ser blanco, es un deseo muy fuerte en la sociedad chilena. Se ve en lo más cotidiano, cuando la gente está comparando quién es más blanco que quién, si tiene los ojos más claros, incluso lo moreno nuestro también es despreciado", afirma.
Para Tijoux, la presencia de los inmigrantes en el país, no debe ser un foco de conflicto, por el contrario debe transformarse en una oportunidad. "No hay nada mejor para una sociedad que hayan mezclas porque son mezclas culturales, históricas, sociales, de conocimientos. Hay muchas cosas fantásticas en los inmigrantes, están llenos de música, de ritmo, de colores, de propuestas, es una gran oportunidad que estén acá, pero eso no se toma en cuenta, aunque los chilenos van a esos países de vacaciones o a comer", dice.
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