"Renunciamos por diferencias en la forma de conducción con Gamadiel". Carlos Soto no quiere hablar, pero tampoco dar la sensación de que se esconde. Se le nota afectado por el rumbo de una asamblea de futbolistas en la que se sintió acorralado y una auditoría a su gestión por la que no fue consultado previa publicación de la misma.
El pleno le concedió a su junta un mes para explicar 251 millones de pesos no respaldados. "De esa cantidad, 108 ya están justificados. Otros 50 son partidas difíciles de demostrar, porque se trata de donaciones a futbolistas con problemas. Y da vergüenza, por una cuestión moral, pedir recibo. El resto, trataremos de documentarlo".
Sí hace autocrítica el ex presidente. "Reconocemos que no se hizo una correcta contabilización, pero es llevadero. Admito que hubo falta de prolijidad en aspectos contables. Pero al menos quedó claro ahí dentro que no hubo malversación. Nadie nos acusó de eso".
Sobre los gastos que más sorprenden de los que aparecen en la auditoría que entregó ayer el sindicato a sus asociados, Soto tiene también explicaciones: "El pijama de mujer que me señala se puso así en la boleta, pero es un delantal de la mujer que hace el aseo. Y hay partidas que son regalos a trabajadores".
¿Y las Biblias? "No son biblias. Son libros devocionales que les regalamos a los jugadores que quisieron. Cambia de Ritmo, del español Jaime Fernández. Es un libro de motivación. Pregúntele a Mario Salas sí le sirvió. De todas formas, ya dijimos ahí dentro, que si hacía falta, devolvíamos el dinero que costaron".
En lo que el propio Soto no ofrece defensa es en el donativo para el Centro de Estudios Bíblicos , la iglesia evangélica que dirige Julio Pastén, el tesorero de su junta: "Eso no se debió hacer, no estuvo bien. Pero Julio ya dejó claro que lo va a devolver".
Soto quiere tomar conciencia de lo ocurrido antes de hablar en más profundidad.