Soy introvertido y me siento orgulloso de serlo
El chico del rincón. El que tiene que ser presentado al resto de la fiesta. El piola, que no se inmuta ante ningún exceso de los asistentes, pero que, de tan reservado que es, resulta casi imposible sacarle una palabra. Que no se nota cuando llega ni tampoco cuando se va.
Es el introvertido, que es visto como tímido, un poco raro y que cuesta adivinar lo que está pensando. Aquel que en nuestra cultura extravertida, asertiva y buena para socializar -rasgos cruciales para tener éxito- produce incomodidad. Y en algunos, incluso, inquietud, ya que el introvertido es un misterio, alguien difícil de conocer. Justamente, el estereotipo que los estudios recientes desmienten, ya que este rasgo de personalidad no corresponde a gente que no sabe relacionarse o tomar resoluciones. Por el contrario, procesan internamente muy bien sus emociones, pensamientos y observaciones, es decir, piensan bien antes de actuar.
Esto les da muchas ventajas, ya que son personas que se conocen mejor a sí mismas, saben bien lo que necesitan y esto les permite cosechar más logros en su vida. Algo muy necesario en un mundo en que, según los test de personalidad, están en desventaja de uno a tres.
Primeros años
Sin conocer de investigaciones y estudios, los padres distinguen desde las primeras semanas de vida el temperamento de sus hijos. En el caso de los introvertidos, son niños más tranquilos, que pueden entretenerse solos por horas, pero que son sensibles a los ambientes y personas desconocidos, a los que evitan. Están lejos del estereotipo infantil que los muestra como buscadores de novedad y aventuras.
Investigaciones del sistema nervioso revelan que este rasgo está ligado a áreas cerebrales como la amígdala -que reacciona a lo desconocido-, el hipotálamo -fundamental para recordar- y la corteza frontal, que se activa en condiciones de ansiedad.
Por lo anterior es que son buenos para estar más en la casa que en los espacios públicos. Prefieren actividades como leer, armar legos o coleccionar objetos. Es raro que usted los vea en grupos numerosos, ya que son de pocos amigos, aunque cultivan amistades profundas y duraderas.
Según un estudio del sicólogo Hans Eysenck, experto en teoría de la personalidad, en lo académico los introvertidos son estudiosos, cumplidores, planificados y obtienen buenas calificaciones. El mismo ambiente que para un extravertido puede ser en extremo aburrido.
Esto mismo los lleva a ser talentosos y terminan desempeñándose en profesiones u oficios que requieren largos períodos de actividad a solas, lo que permite un mayor control en el resultado del propio esfuerzo. Buenos ejemplos son: historiador, escritor, poeta, programador en computación y científico.
Son buenos para escuchar a los demás, aunque también son conversadores, pero con una o dos personas. En reuniones con muchos asistentes, ellos tienden a buscar grupos muy pequeños de personas cercanas, para entretenerse o hablar de temas más trascendentes. Enemigos de ser el foco de atención de nada, nunca se prestarán para hacer alguna payasada delante de los invitados. Pero cuando se colman, ¡afírmese!, pueden sufrir un arrebato que deja helado al más canchero de los sociables.
Después de participar en eventos sociales quedan agotados, aunque lo hayan pasado bien. En ese momento necesitan estar solos, para recargar sus pilas, ya que de su mundo interior es de donde sacan energías.
De pocas palabras
Si usted se quiere comunicar con un introvertido, prefiera la comunicación escrita -a través de email- a la verbal. Porque son pésimos para devolver las llamadas telefónicas y cuando atienden una son telegráficos para hablar. A veces creen que le dijeron algo a alguien sin ser así, porque andan planificando en su cabeza lo que dirán. Siempre piensan bien antes de responder y necesitan tiempo para editar y pulir su respuesta.
En general, al apoyarse el introvertido en su mundo interior, se conoce bien y por eso tiende a tener hábitos de vida más saludables que los extravertidos. De hecho, una revisión de 22 estudios sobre adicción al tabaco que realizaron los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU., se demostró que los introvertidos fuman menos y, cuando lo hacen, dejan de fumar con facilidad.
Otras investigaciones demuestran que también es habitual que sean más delgados y que no caigan en adicciones, como consumo de drogas o beber en exceso, que al ser conductas más sociales y de imitación se ven más en los extravertidos.
Según la revista Psychological Studies, también hay diferencias en el vestuario: si los más sociables se inclinan por una vestimenta más decorativa y llamativa, el introvertido privilegia la ropa práctica y cómoda.
Tampoco se equivoque pensando que su salud mental es más frágil. Por el contrario, ellos conocen muy bien sus necesidades sicológicas, lo que les permite mantener su equilibrio. Por su parte, el extravertido al apoyarse más en el mundo externo, a veces no se da cuenta de cuáles son sus necesidades en este aspecto.
Quizás el prisma negativo con que se ve al introvertido tenga mucho que ver con la cultura occidental, donde se estimula más la sociabilidad y la búsqueda de novedad y aventura. En Oriente, por el contrario, la introversión es altamente valorada y estimulada. Incluso, un estudio realizado en jardines infantiles de Boston demostró que los niños chinos nacidos en EE.UU. tienden a ser más introvertidos que los niños blancos.
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