NO INTEGRA el top ten de las escenas más recordadas de Steven Spielberg, pero la de Rescatando al soldado Ryan debería. Desde lo alto de una torre de cemento, en la campiña francesa, el soldado Jackson (Barry Pepper) le dispara al alemán que se aparezca en el objetivo de su rifle de carga individual. Y mientras lo hace, invoca al divino: Dios tiene que ayudarlo a salvar a su tropa y a sí mismo. Y en eso está Jackson, cargando y recargando el rifle, cuando al volver al teleobjetivo descubre que un tanque alemán lo apunta. Y él no alcanza a dar un grito de advertencia a sus compañeros cuando la torre queda cubierta en llamas.
La escena se basa en un guión concebido por Robert Rodat, según cuenta, tras ver un monumento a ocho hermanos que murieron en la II Guerra Mundial. Una ficción que se vale de conjetura e imaginación para vencer y convencer. Ahora, ¿qué habrá pensado Spielberg tras leer un libro que cuenta la historia de Chris Kyle, francotirador de los Navy Seals, el más letal en la historia estadounidense (250 víctimas, dice él; 150 los demás)? ¿Se habrá imaginado a Kyle, un texano patriotero, enamorado de las armas y cristiano hasta la médula, parapetado en un pequeño pueblo iraquí de Nasiriya, en marzo de 2003, una mañana temprano? ¿Lo habrá visualizado mirando por el objetivo, advirtiendo a una mujer con un niño y haciendo uso de una .300 Win Mag cuando nota que ella se apresta a lanzar una granada? ¿Imaginó la escena conectada con otra, donde el francotirador tiene apenas 38 años, está de vuelta en EE.UU., y resulta baleado y muerto en circunstancias aún no aclaradas? Es posible, incluso probable.
Francotirador americano (American sniper: The autobiography of the most lethal sniper in U.S. military history) se llama el libro que da pie al nuevo proyecto del director. Según The Hollywood Reporter, es una coproducción entre DreamWorks y Warner Bros., y comienza el próximo año. Su estrella será Bradley Cooper, actor de ¿Qué pasó anoche? y El lado bueno de las cosas, quien compró los derechos.
A poco de arrancar el volumen, y con el tono satisfecho de la labor cumplida, Chris Kyle se presenta: "Yo era un SEAL, un comando entrenado en operaciones especiales. SEAL quiere decir 'Sea' (mar), 'Air' (aire), 'Land' (tierra), y describe más o menos el amplio rango de espacios en que operábamos". Nacido en Odessa, Texas, cuenta que también acarreó ganado como cualquier cowboy, transportó madera a pedido y, para decepción de sus padres, dejó botada una carrera de administración agrícola en la universidad estatal.
Los Seals, unidad que lleva al límite la resistencia física y síquica de sus integrantes, le proveyeron un entrenamiento muy rudo, que incluía agua a manguerazos a los que se distraían al hacer tiburones y ráfagas de metralleta en lo que se conocía como "semana infernal". El hombre asegura que odiaba todo eso. Y que le encantaba.
Se entrenó para ser una máquina de precisión: "Como cazador, sabía cómo disparar, hacer que la bala vaya del punto A al punto B", cuenta de su posterior aprendizaje de francotirador. Dice que aprendió que el arma no debe tocar más que el aire; también del efecto de la rotación de la Tierra en la trayectoria de las balas. Pero faltaba pasar a la práctica. Los acontecimientos derivados del 11/S le dieron la ocasión.
En 2003 llegó a territorio iraquí. Se supone que los suyos no iban normalmente más allá de la orilla de la playa. Pero no fue el caso. Se internaron bien adentro y se ganaron cierta fama. En particular Kyle, a quien los insurgentes llamaron Shaitan Ar-Ramadi (El Diablo de Ramadi) y por cuya cabeza habrían llegado a ofrecer US$ 80 mil. En las cuatro misiones que cumplió en Irak, Kyle dice haber sido herido dos veces por balas y alcanzado por unas seis explosiones.
Kyle abandonó la Marina en 2009 y se mudó a Midlothian, Texas, donde dirigió una compañía dedicada al entrenamiento de militares y policías. Todo iba bien: publicó su autobiografía y se convirtió en bestseller de The New York Times, con todo y su carácter religioso, nacionalista y sureño ("ustedes los yankees", se lee a lo largo de la obra). Hasta que en febrero pasado su historia se truncó: murió por los disparos de uno de sus compañeros en Irak, a quien había llevado a un campo de tiro. Kyle ayudaba en su tratamiento al soldado, diagnosticado con estrés postraumático, pero algo se salió de madre.
Acaso la historia original no tenga el aura del legendario colega de Kyle que inspiró Enemigo al acecho (2001). Y seguro que el libro, que incluye la "voz" de la esposa tirándole flores, no es una gran obra literaria. Pero puede ser una película de alto octanaje. La dirige Spielberg, que no es poco.