Los trabajadores de Ssangyong Motor terminaron el jueves con dos meses de fuertes protestas y llegaron a un acuerdo que incluye numerosos despidos en la automotriz surcoreana más pequeña, que desde hace meses está al borde de la quiebra.
Los problemas, que están lejos de haber terminado, han sido vistos como una prueba de la disposición del Gobierno conservador a dejar que un gran empleador caiga por la actual depresión económica y para imponerse a sindicatos poderosos. Ssangyong quería recortar más de un tercio de su plantilla de 7.100 empleados.
Las tácticas agresivas de los sindicatos, según algunos analistas, han alejado tanto a los inversionistas locales como a los extranjeros.
Si bien los tribunales han protegido a Ssangyong de sus acreedores que quieren liquidarla, los últimos días han dado lugar a batallas feroces entre la policía y manifestantes armados de bombas Molotov en la planta de Ssangyong en las afueras de Seul.
Finalmente, el sindicato acordó enormes recortes de empleos. "Las perspectivas para Ssangyong son muy oscuras dado que la compañía no tiene un cronograma claro para un nuevo modelo. Sus ventas a Europa también caen dado que sus autos no cumplen con las regulaciones ambientales de ahí", dijo Michael Sohn, analista de autos de Woori Investment & Securities.
A pesar del pesimismo por las dificultades de la firma, que precedieron a la crisis económica mundial, la noticia del acuerdo sindical provocaba un alza de un 15% de sus acciones, hasta el máximo permitido en un sesión.
Los accionistas en Ssangyong, incluso la principal automotriz china SAIC Motor Corp, enfrentarán una amortización por su participación dado que la firma ha estado bajo protección judicial desde febrero, dijo un ejecutivo.
SAIC, que controla un 51% de Ssangyong, perderá su estatus de principal accionista, dijo Ssangyong en un comunicado.