GANÓ por votación directa. Sin segundas vueltas. Por apenas 49 votos a favor y, como lo dice su autor, la "ayuda de las musas". Así nació Doctor sueño, una novela que Stephen King hizo después de consultarles a sus seguidores qué secuela preferían: la de La torre oscura: El viento por la cerradura o la de El resplandor. Fueron 5.861 preferencias sobre 5.812 las que se inclinaron por la continuación del clásico de 1977 en el sitio web de King.

¿Cómo lo haría para estar a la altura de las expectativas? En su caso, se trató de algo simple: King contó la historia de Danny, el hijo del escritor Jack Torrance. En El resplandor, se recordará, Jack luchaba contra el síndrome de la página en blanco en un hotel de Colorado. Danny, el niño que corría en triciclo perseguido por papá Jack, es ahora un hombre con demasiados fantasmas en su mochila emocional.

Con lanzamiento en Chile en diciembre, Doctor sueño abre espacio también a los viejos paisajes psicológicos y físicos del autor de Carrie. Los pueblos de Nueva Inglaterra, el alcoholismo, el bullying juvenil, los poderes telequinéticos, la claustrofobia de los asilos. Hay de todo eso y mucho más. Particularmente, hay también una muchacha llamada Abra, que adivina casi todo y que tiene entre sus tempranos logros haber anunciado el ataque a las Torres Gemelas desde la cuna. También hace levitar cucharas hasta los techos de la casa, de preferencia en sus cumpleaños y, para su desgracia, es perseguida por los True Knot, una tribu de matones diabólicos. Se desplazan por el país en sus casas rodantes y son liderados por Rose the Hat, la mujer más bella de esta pandilla, cuya pareja es el igualmente temible Crow Daddy.

Los True Knot son, como todas las criaturas del demonio, seres inmortales sin fecha de nacimiento ni intención de morir. Su voracidad es legendaria y sólo duermen en paz tras dejar sin alma a cualquier clarividente a su paso. En este vampírico ciclo de alimentación, la tierna Abra Stone, de 12 años, es el objetivo de la temporada. Que la liquiden o no dependerá de la suerte de Abra y de, como es de esperar , la ayuda de Danny Torrance, el vástago del pobre y atormentado Jack.

Hombre de supersticiones y también de trabajo compulsivo, Stephen King siempre se motiva por algo de la fantasía cotidiana. La de los noticieros, por ejemplo. Para Doctor sueño utilizó la figura del gato Oscar, un felino de un hogar de ancianos que se acercaba con precisión de ave carroñera a quien le tocaba morir en las próximas horas. Oscar, el gato de la muerte, es en este caso un móvil creativo de King. Además, el animal es de Rhode Island, estado del noreste estadounidense, vecino del Maine donde nació y vive hasta el autor de Christine.

"Mostraron al gato en uno de esos shows matinales y me dije: 'Tengo que escribir una historia sobre eso'. Hice la conexión con Danny Torrance, ahora trabajando en un hospital para ancianos y enfermos terminales. Danny es el motor y el gato es la transmisión", afirmó King a Entertainment Weekly. La novela, que ha tenido muy buenas críticas, arranca mostrando a Danny, quien tiene cerca de 40 años y es conocido como Doctor Sueño. Debido a sus poderes clarividentes se acerca a los moribundos y les ayuda, con su gato, a una muerte mejor, a una transición menos traumática al más allá.

Danny carga, es evidente, con el fantasma de su padre alcohólico y desquiciado, con sus recuerdos en el Hotel Overlook donde éste colapsó. Sólo una parada redentora en Alcohólicos Anónimos lo salva de morir por la bebida y en el hospital vive con cierta tranquilidad. Hasta que aparece Abra, la chica que lo supera en poderes y le recuerda a sí mismo a esa edad. Retornan la intranquilidad, el desasosiego, el pavor.

Una casa rodante. Un bosque. Nueva Inglaterra. Son los territorios del mejor Stephen King. O si no del mejor, del iniciático, el de los 70, cuando escribió Carrie y El resplandor en uno de aquellos trailers, lidiando contra el tiempo y también soportando las brutales resacas de un alcoholismo casi deportivo. Con resaca llegó a ver a su madre moribunda en la mañana en que el cáncer de útero dijo basta, y de resacas están hechos los recuerdos de Danny Torrance. Ahora, tal como King, Danny es un hombre recuperado. Y tal como la madre de King, Danny es un enfermero.

Las referencias al período en que se gestó El resplandor son múltiples y como ha apuntado la escritora canadiense Margaret Atwood en su cálida crítica de The New York Times, este libro es un "gran ejemplo del Stephen King esencial, del clásico". Debe serlo: como toda buena obra es fiel al mundo de su creador , a sus virtudes y defectos, reflejados en frases como "la mente de Danny era un pizarrón y el alcohol era el borrador".

¿Para qué esconder las debilidades si con ellas se pueden hacer buenas historias? En El resplandor, llevada al cine por Stanley Kubrick en 1980, el bloqueo creativo está personificado en Jack Torrance y en Doctor sueño, una infancia en problemas (como la del autor) se transforma en el pasado de Danny Torrance. Hablando de niños, hay una anécdota tragicómica en la antesala de El resplandor: la obra fue escrita en un arranque de furia de King poco después de que su hijo de cinco años (Joe Hill, hoy escritor) rompiera el original de un escrito anterior. Luego, en una mezcla de cariño e ironía, le dedicó la novela.

Antes de lanzar Doctor sueño, el escritor manifestó muchas veces sus dudas e hizo público un nerviosismo fuera de lo habitual en alguien que lanza libros de 500 páginas todos los años. ¿Por qué? Porque Doctor sueño se trata de una secuela y según King hay sólo dos segundas partes que valen la pena: Huckleberry Finn ("mucho mejor libro que Tom Sawyer") y El padrino II ("superior en todos los aspectos a El padrino"). La vara, en conclusión, estaba demasiado alta.

"Siempre con las secuelas, la gente dice 'bueno, a este tipo ya se le acabaron las historias' y está recurriendo a material del pasado. Y yo, lo único que quiero decir es que esta novela es mucho, pero mucho mejor que la primera", dijo a BBC. A 36 años de aquel título, Stephen King tiene el mejor resplandor.