Víctor Ariza Mendoza (45), suboficial de la Fuerza Aérea de Perú, se encontraba en el restorán "Yo amo Ferreñafe", en Lima, cuando la policía peruana lo detuvo. Ese mismo día se allanaron tres inmuebles vinculados al suboficial de la Fuerza Aérea de Perú y se incautaron computadores, documentos y teléfonos celulares. Se le acusaba de traspasar información a Chile.
Altas fuentes del gobierno peruano señalan que la detención de Ariza ocurrió el 30 de octubre. El episodio, sin embargo, se divulgó el jueves pasado por la prensa limeña, lo que detonó una escalada de tensiones entre Perú y Chile. La molestia del gobierno de Alan García tenía como trasfondo la autorización del Pentágono a vender armas a La Moneda.
Ariza, quien trabajó en la embajada de Perú en Chile en 2003, es investigado hoy por la justicia, por el delito de traición a la patria. En fuentes limeñas se señala que ya confesó su delito.
Ayer, el ministro de Defensa de Perú, Rafael Rey, reforzó sus críticas por el caso. "Efectivamente, se trata de un hecho de espionaje financiado por Chile aparentemente, según la declaración de Ariza Mendoza". Casi al mismo tiempo, en Santiago, el subsecretario del Interior, Patricio Rosende, reforzaba la idea de que el país "no desarrolla actividades ilegales propias de la Guerra Fría".
MODUS OPERANDI
Fuentes de Defensa señalaron que el gobierno chileno tomó contacto con las FF.AA. para intentar conocer de qué se trataba el caso. Al menos, una de sus ramas negó cualquier participación en el episodio de espionaje. A esa altura, ya habían sido involucrados en Lima dos supuestos militares chilenos: Daniel Márquez Torrealba y Víctor Vergara Rojas. Entre los especialistas creen que ninguno de esos nombres corresponde a identidades reales.
De acuerdo con el análisis de fuentes de Defensa, la filtración de la detención de Ariza está vinculada a la posible venta de armas de EE.UU. a Chile. El impasse, calculan, sólo durará unos tres o cuatro días, pues lo usual es que todos los países realicen actividades de inteligencia y que, por lo mismo, los conflictos de espionaje se acotan a quienes son detectados realizándolos. Las FFAA, además, se habrían contactado con el Ejecutivo para mantener cautela frente al caso.
El 8 de noviembre de 2003, dos militares chilenos fueron sorprendidos revisando e intentando robar documentos del consulado de Argentina en Punta Arenas. Los efectivos fueron dados de baja y condenados a 61 días de presidio. El caso no escaló en el tiempo.
En paralelo, la demora en conocerse la detención de Ariza no fue sorpresiva en sectores de Defensa. Incluso, se cree que pudo haber sido encarcelado mucho antes.
El modus operandi para capturar a espías suele tardar meses o incluso años en llevarse a cabo y divulgarse, pues los organismos de inteligencia primero buscan determinar sus nexos y redes. El caso Ana Belén Montes todavía es recordado en sectores de Defensa: fue espía durante 17 años.
Diez días después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra las torres gemelas, en Nueva York, la entonces analista del Pentágono fue arrestada y admitió haber espiado para Cuba. Según el FBI, Montes se comunicaba con una radio de onda corta con la isla y recibía instrucciones en clave.