Una vez más la presencia de jugadores latinoamericanos en el Super Bowl será limitada, habrá sólo tres, todos en ellos pertenecientes a los Broncos de Denver, el equipo campeón de la Conferencia Americana (AFC).
Pero su aportación podría ser decisiva a la hora de decidir este domingo al campeón de la cuadragésima edición del evento deportivo más importante del año en Estados Unidos.
Se trata del liniero Manny Ramírez, un nativo de Houston, que es nada menos que el centro titular de la línea ofensiva que protege al mariscal de campo Peyton Manning, la gran figura de los Broncos.
Ramirez, de 30 años, tendrá de compañero a su gran amigo el guardia derecho Louis Vázquez, un nativo de Corsicana (Texas), localidad cercana a Dallas, con el que compartió habitación cuando ambos estuvieron en el equipo de la Universidad de Texas Tech.
Junto a ellos también estará el corredor de origen puertorriqueño Knowshon Moreno, que se ha convertido en un jugador clave en la ofensiva de los Broncos.
Ramírez, que comenzó su pasión por el fútbol americano en el Willowridge High School, al igual que Vásquez sus padres son de origen mexicano, y aunque en su casa el deporte preferido era el fútbol (soccer), su pasión por el deporte más popular en Estados Unidos el fútbol americano pudo con la tradición familiar.
Ahora está a las puertas de ver cumplido el gran sueño de cualquier jugador de la NFL, disputar un Super Bowl, y hacerlo como titular indiscutible en la alineación de los Broncos, además de tener la misión de proteger al máximo a Manning, el líder que se proyecta clave a la hora del triunfo del equipo de Denver.
Ramírez reconoció que jamás se pudo imaginar vivir la experiencia de estar a las puertas de un Super Bowl y mucho menos de tener de compañero a un jugador como Manning.
Su meta desde que comentó a jugar no fue otra que la de convertirse en un buen profesional, pero jamás que formaría parte como titular de la ofensiva más productiva que se ha dado en la historia de la NFL, aunque reconoce que siempre ha trabajado muy duro como le inculcaron sus padres.
Ramírez fue seleccionado por los Lions de Detroit en la cuarta ronda del sorteo universitario del 2007, lo que no le proyectaba como uno de los jugadores colegiales más estelares.
De hecho hace cinco temporadas, Ramírez era un suplente de la línea ofensiva de los Lions que perdieron 16 juegos en temporada regular, la peor marca en la historia de la liga.
La experiencia para un jugador que llegaba de vivir una de las mejores épocas deportivas en el programa del fútbol americano de la NFL concluir la temporada regular con marca de 0-16 como profesional era muy difícil de asimilar, pero la experiencia la enfocó para quedarse con todas las cosas positivas que vivió y que le ayudarían de cara al futuro.
"Más que nada aprendí que debías trabajar más duro cada día, hacer ajustes en tu juego y sobre todo mantener tu vida enfocada a ser un profesional responsable y comprometido", destacó Ramírez.
Por eso, a pesar que un mes antes de comenzar la temporada 2010, fue cortado por los Lions y se quedó el resto del año fuera de la competición, nunca perdió la confianza en su potencial y juego, aunque como padre de familia se cuestionó si debía seguir y pedir una segunda oportunidad.
Esa le llegó en la temporada del 2011 cuando los Broncos le dieron un contrato no "garantizado", que le obligaba a ganarse un lugar en el equipo durante el campamento de pretemporada como guardia suplente y se quedó en el equipo, pero sólo jugó en dos encuentros, después de que el entonces titular Chris Kuper se fracturó un tobillo.
Todo cambió cuando en la temporada del 2012, los Broncos firmaron a Manning, Ramirez fue titular en 11 juegos en reemplazo del mismo Kuper, en lo que seria la gran oportunidad de su vida y carrera profesional, a pesar que tuvo que cambiar de posición, a la de centro, para cubrir la baja del lesionado J.D. Walton.
Manning se sintió muy a gusto durante el campo de entrenamiento con los centros de Ramírez y a partir de ese momento llegó la titularidad porque el mejor mariscal de campo de la NFL comprendió que era su hombre y lo reconoció al decir que entendió rápido lo que debía hacer en esa posición, a pesar de estrenarla como profesional.
El proceso para Ramirez fue menos complicado gracias a que esta campaña se reencontró con Vásquez, de 26 años, al que considera como hermano por la ayuda que se dan tanto dentro como fuera del campo.
Vásquez aporta también solidez a la línea ofensiva de los Broncos y se ha ganado la titularidad por méritos propios después que fue seleccionado por los Chargers de San Diego con el número 78 en la tercera ronda del sorteo universitario del 2009 con quienes jugó hasta la pasada temporada que ficho con los Broncos.
Por su parte, Moreno, un nativo del Bronx de Nueva York, de 26 años, de origen puertorriqueño por parte de su padre, vuelve a la Gran Manzana, y lo hace como el corredor más importante que tienen los Broncos y su aportación podría ser decisiva.
Aunque ya sabe que no seguirá la próxima temporada con los Broncos, como agente libre desea conseguir un gran contrato, que no le podrán dar en Denver y quiere salir por la puerta grande con un anillo de campeón del Super Bowl y levantar el Trofeo Lombardi.