Por estos días, Lucy Ana Avilés trata de seguir su vida en Denver, Colorado. Allá vive desde el año 2007 junto a su esposo, Benjamín Walton, nieto y heredero del fundador de la cadena de supermercados Wal-Mart. Ambos trabajan en la fundación Walton, que se dedica a ayudar a familias necesitadas en Estados Unidos. La donación del avión Boeing 747-400 Supertanker –el más grande el mundo para enfrentar incendios forestales- puso a Avilés en el foco de la atención. A ella, según cuenta, aún le cuesta asumir esta fama tan inesperada como repentina.
—En la última encuesta Cadem, el Supertanker aparece entre los mejor evaluados en la gestión del incendio. La gente va al aeropuerto a ver el avión y lo graban cuando vuela. ¿Esperaba ese impacto?
—Me pone la piel de gallina. Me han escrito en redes sociales dándome las gracias no sólo por la ayuda del avión, sino también por haber devuelto esperanza. Me dicen que el avión es un golpe de esperanza. No sé en qué minuto pasó todo esto.
—¿A cuánto asciende la donación?
—La donación es de US$ 2 millones. De esos, US$ 800 mil son por el envío y el regreso del Supertanker desde Estados Unidos a Santiago. El resto se utiliza para costear los gastos operacionales, como la bencina que utiliza el avión. Han habido varias personas que nos han ayudado con eso. Por ejemplo, ya no tenemos que estar pagando por los plazos del aeropuerto. En ese sentido, empresarios y las Fuerzas Armadas se han portado un siete.
—¿Ha tenido contactos con el gobierno, se le ha agradecido la donación?
—No personalmente. Sé que la Presidenta agradeció públicamente a la fundación y que el subsecretario Mahmud Aleuy llamó a la directora. No necesito que el gobierno me dé un agradecimiento, cumplí con lo que cualquier ciudadano haría. Todos los chilenos han ayudado de una u otra manera. Soy una chilena más.
—Usted ha insinuado que -frente a su donación al menos- ha existido una deficiente gestión del gobierno para enfrentar la emergencia...
—Sí, creo que han sido bastante lentos en responder. Con todas las catástrofes que hemos vivido en el pasado, debería haber un plan de acción listo para actuar de manera eficiente y coordinada.
—Cosa que no hubo acá...
—Es que no es mucho lo que la Conaf tiene en equipamientos y tecnología. Tienen muchas cosas de los años 70. Después de lo que pasó para el terremoto, creo que es momento de hacer una reflexión. Y espero de corazón que esta vez aprendamos cómo actuar rápidamente.
El origen del Supertanker
—¿Cómo se gesta la idea de realizar la donación?
—Estaba muy conmovida por los incendios y con mi marido escuchamos el llamado para pedir ayuda internacional que hizo la Presidenta. Lamento no haber actuado antes, ya había tres víctimas fatales. No aguanté más y empecé con una amiga a Googlear dónde podíamos arrendar aviones para combatir incendios. Luego, llamamos a Conaf para tener más información y lo que recibimos de parte de ellos fue la negativa de recibir este avión, porque no era para Chile y no servía.
—¿Qué le dijeron?
—Me decían que a lo mejor podía servir más un helicóptero. Nosotros no teníamos los contactos que yo pensaba que nos iban a facilitar. Ya me había reunido con la gente del Supertanker y sabía que habían estado combatiendo incendios a lo largo de todo el mundo. Nosotros ya estábamos listos y en contacto con la Conaf, pero necesitábamos que me firmaran una carta para aceptar la ayuda. Al final, un grupo de senadores me ayudó con eso.
—¿Cuánto demoró todo el proceso?
—Ellos estaban listos el lunes 23, el avión hubiese llegado el martes 24. Perdimos un día entero y hubo más víctimas fatales. No quiero decir que el avión los hubiese salvado, pero en estas situaciones los minutos o segundos cuentan. Cuentan tierras, hectáreas y vidas. Nos pusieron dos días a prueba, lo pasé pésimo. Era como una prueba de aptitud: sino apagábamos muchos incendios, entonces el avión volvía. Fueron horas muy estresantes.
—¿Quiénes le ayudaron en las gestiones?
—El ex ministro Andrés Chadwick, los senadores Andrés Allamand y Alberto Espina y los diputados Jorge Tarud y Javier Macaya. A todos ellos los conocí ahora. Las mismas personas del Supertanker me decían que era increíble que nos pusieran tantas trabas siendo dos personas que queríamos hacer la donación corriendo con todos los gastos. En un momento, con el dolor de mi alma, pensé que no nos iban a firmar el permiso. Entonces, me paré fuera del avión con la carta, grabé un video diciendo: "Estamos listos, quién nos autoriza". Jamás se me pasó por la cabeza que se iba a convertir en viral. Ahora hay gente que me quiere, pero también hay gente que me odia.
—¿La golpearon los comentarios negativos, los de desconfianza frente a una chilena que donaba un avión para combatir el incendio desde Estados Unidos?
—Por supuesto que golpean. Es un problema que tenemos. De ser prejuiciosos y pensar que podemos opinar de todo sin siquiera conocer a las personas. Obviamente eso daña, en especial cuando dicen cosas que pueden quedar marcadas para toda la vida. Hay cosas que son muy injustas, pero tengo el alma llena, el corazón completo y mi conciencia tranquila.
—Entre esos comentarios y críticas que se hicieron, se habló de los lazos de su padre con la Dina y con Cema Chile…
—Es delicado que estén hablando cosas, involucrando a mi padre y a la familia de mi marido, cuando acá no es tema. Mi tema es el avión y ayudar con Chile. De lo otro no me voy a referir.
—¿Otros empresarios van a empezar a financiar la estadía del Supertanker?
—Tengo personas en Chile que están haciendo esas gestiones. La familia Luksic ha colaborado para que el avión se quede siete días más en Chile. Así que también le he agradecido públicamente. Y es de esperar que más personas se unan. Veo las noticias y desde el gobierno dicen que quieren que se quede, pero nadie se ha acercado para preguntarnos cómo hacerlo. Después de estos siete días no sé qué va pasar. Y no es que en el séptimo día puedas negociar con esta empresa, hay que hacerlo antes.
—¿Espera alguna respuesta en particular del gobierno respecto de lo que han hecho como familia?
—La verdad es que yo no espero nada del gobierno. La donación la hicimos por Chile, no por el gobierno
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Avión Supertanker realiza descarga sobre localidades afectadas por el incendio forestal que amenazó viviendas en Dichato, comuna de Tomé. Foto: Esteban Paredes Drake[/caption]
—¿Si le preguntan si es de izquierda o de derecha, da una definición sobre eso o se queda al margen?
—Yo no pertenezco a ningún partido. Diría que más que los partidos, me interesa votar por las personas que representen mis ideales y mis valores.
—¿Y quién la representa en el panorama político?
—Hay una mezcla de todo. Hay gente del PPD que me representa. También de la Democracia Cristiana, de Renovación Nacional y de la UDI. Te diría que soy del partido tutifruti. Agarro las mejores frutas y las mezclo, eso es.
—¿Cómo ve el gobierno de Donald Trump en Estados Unidos?
—Lo veo preocupante, porque me parece que Trump es una persona muy impulsiva. Sabemos cómo piensa, lo que siente y cómo se ha referido a los inmigrantes. Lo encuentro humillante. Es preocupante porque hay mucha incertidumbre sobre lo que va a pasar y hasta dónde es capaz de empujar. Yo trabajo con comunidades hispanas y de verdad viven con pánico. No veo muy alentador el panorama.
El futuro de Lucy Ana
—Antes del Supertanker, ¿había realizado otras donaciones en Chile?
—Dos semanas antes del 27/F, estaba en Iloca, donde mi familia veranea hace más de 120 años. Fui a ver la escuela que había y me llamó la atención que no tuviera juegos para los niños. Hablé con las personas del colegio para hacer una donación. Dos semanas después pasó lo del terremoto y tsunami. Yo estaba en Estados Unidos y quedé devastada. El 80% de Iloca estaba en el suelo, entonces nos pusimos de acuerdo con la fundación y levantamos esa escuela.
—¿Tienen planes para traer el trabajo de la fundación a Chile?
—Claro. Nosotros como fundación en Estados Unidos tenemos cuatro enfoques. El primero tiene que ver con la salud mental de las madres durante el embarazo. El segundo, con el abuso y la negligencia infantil. El tercero, con la educación para los padres, y el cuarto tiene que ver con el desarrollo de tecnología que pueda ayudar a estos otros tres enfoques. Quisiéramos ver si esto se puede hacer también en Chile. Mientras tanto, porque soy chilena y mi marido también es un enamorado del país, es que estamos atentos y hemos hecho aportes según las cosas que han ido sucediendo.
—Leonardo Farkas se hizo muy popular por ser un empresario que hace donaciones muy grandes. ¿Te sientes un poco como la nueva Farkas?
—Para nada. Lo similar que tenemos con Farkas es este deseo de querer ayudar. Las maneras de como uno ayuda son diferente. No digo que sean buenas o malas. Lo que nos une es este deseo de ayudar. Eso es admirable de parte de Farkas y de parte de todas las personas que quieren ayudar. Algunos meten más ruido y otros no tanto, es algo válido.
—¿Se han planteado más donaciones por el incendio?
—Nos hemos planteado otras colaboraciones, pero en este momento tenemos que ver qué es lo que está pasando o qué es lo que va a pasar con el avión. Estamos muy enfocados en eso. Tenemos toda la intención de ayudar con lo que tiene que ver con la reconstrucción. Para nosotros la prioridad es ver qué hacemos y cómo ayudar para que esto pare de una vez.