Tuvo una vida corta: el proyecto Cybersyn o Synco fue desarrollado entre 1971 y 1973 por el gobierno de Salvador Allende, para poner en red y tiempo real a todas las empresas estatales a través de un sólo centro de cómputo en Santiago. Un proyecto ambicioso, que pretendía instalar un sistema de gestión único en el mundo, pero que el Golpe de Estado lo abortó de manera drástica e irreversible.
Antes, eso sí, se alcanzó a probar su productividad: en octubre de 1972, 50 mil camioneros en paro bloquearon las calles de Santiago, y el gobierno fue capaz de coordinar mediante Synco -y sus 500 teletipos de transmisión- el transporte de alimentos con los 200 camiones que quedaban disponibles en la ciudad.
Con esa exitosa puesta en marcha, el 10 de septiembre de 1973 el equipo liderado por el científico británico Stafford Beer -especialista en sistemas cibernéticos- tomó las medidas para instalar la sala de control en La Moneda, pero un día después la historia dijo otra cosa.
Del centro de operaciones -que bien podría haber pertenecido al filme 2001: Odisea en el espacio de Stanley Kubrick- quedaron algunos dibujos, documentos y el recuerdo de lo que podría haber sido un sistema cibernético pionero en el mundo.
En los últimos años, sin embargo, el proyecto ha regresado a escena una y otra vez. La primera fue en 2008, cuando el escritor Jorge Baradit publicó Synco, una novela de ciencia ficción sobre un Chile donde Pinochet es leal a Allende, no sucede el Golpe militar y se desarrolla en todo su esplendor Cybersyn. El éxito del libro inspiró, incluso, un proyecto de serie de televisión, que aún no llega a la pantalla.
Tuvieron que pasar ocho años para que la oficina Fab Lab Santiago, a cargo de los arquitectos Andrés Briceño y Tomás Vivanco, lo pusiera nuevamente en la palestra al exhibir una réplica de Synco en la primera Bienal de Diseño de Londres 2016.
Con el título Sala de la Contracultura, instalaron en el centro cultural Somerset House del Reino Unido la reproducción de una parte de la sala hexagonal de controles del Cybersyn, complementada con material audiovisual de cómo funcionaba el sistema, además de documentos y entrevistas con algunos protagonistas.
La participación les valió la Mención de honor del jurado y con justa razón: el tema central de la versión era la utopía, marco sobre el que 37 países exhibieron su aproximación con el concepto. "No hay duda de que el proyecto recoge muy bien lo que fue la utopía en esa época, que buscaba poner en un diálogo integrador a los trabajadores y la autoridad", explica el arquitecto Andrés Briceño. "Además, refleja una búsqueda que se mantiene hasta hoy, y que nos plantea qué hacemos con la tecnología y qué significado tiene desde el diseño y la política", añade.
Ahora, parte de ese montaje será presentado a partir de marzo en el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), con el propósito de divulgar la historia del proyecto y rescatar cómo esta legendaria iniciativa fue una de las más relevantes experiencias que abrieron paso al tránsito de una visión mecánica del mundo a una digital.
"La obra tendrá un espacio permanente, porque se relaciona con dos de nuestras líneas curatoriales: memoria y tecnología", explica Felipe Mella, director del GAM. "Han pasado 44 años y hoy el trabajo colaborativo vuelve a ser la tendencia para lograr objetivos comunes (…). Este proyecto ya estuvo en Londres, pero no se ha exhibido en Chile. Qué mejor que hacerlo en un edificio que vivió el imaginario del trabajo colectivo que buscó Synco", agrega.
La instalación, que se proyecta en el segundo piso del centro cultural, considera no sólo parte del montaje presentado en la bienal, sino también fotografías históricas de Antonio Quintana y Luis Ladrón de Guevara recuperadas de la Biblioteca Nacional, un libro y un documental que próximamente serán publicados en la web countercultureroom.cl, que recoge la gestación del proyecto en los 70, hasta el desarrollo y montaje de su réplica actual.