Los millennials, esa generación que nació promediando la década de los ochenta y comienzos de los noventa, suelen ser fuertemente vilipendiados por sus antecesores. Se los encasilla como jóvenes altamente consumidores, acaso hijos de las redes sociales. Pero éstas y otras críticas están lejos de ser novedosas. Es más, el escenario actual guarda irrefutables similitudes respecto a lo que vivió la generación X, quienes precisamente son hoy los que asumen el rol de críticos. Así lo consignó El País de España.
Hay diferencias, ciertamente relacionadas a las características de cada época, pero el fondo es el mismo: una juventud que se enfrenta a un peso tecnológico cada vez más grande y que construye un futuro inesperado para las generaciones precursoras.
Uno de los puntos en común que comparten tanto los millennials como la denominada generación X es, justamente, su estrecha relación con la tecnología. Hoy, se reclama que los niños suelen estar pegados a sus celulares, al computador, a sus tablets. Hace veinticinco años, la historia, sin embargo, era similar: a los jóvenes se les enjuiciaba por estar siempre pendientes de MTV y coleccionar CD's, a las consolas de videojuegos.
El televisor era otro factor importantísimo. En esa línea, el 10 de agosto de 1994 El País publicó una encuesta decidora, que había sido encargada por MTV: ¿si tuviera que prescindir del sexo o de la televisión durante una semana, que elegiría? un 41% de los encuestados se inclinó por la tevé.
En ese entonces, la televisión equivalía a los celulares de la época. A la generación X, al igual como ocurre con los jóvenes de hoy, se los acusaba de no prestar atención a nada, de su nula concentración. "Procesa la información de forma diferente y no cree en muchas de las cosas en las que creen otras personas. Da forma a su mundo en listas de top 10 y videojuegos", señala un fragmento de Generación X, de Douglas Coupland, que fue citado en un artículo de The Guardian de enero de 1993 titulado "The X Factor".
"Esta generación X es muy cínica. Miran demasiada televisión, que trivializa la vida y la vuelve intrascendente. Eso es algo que se refleja en esta generación de jóvenes hombres y mujeres tremendamente cínicos. Mi generación era muy idealista", aseguró Oliver Stone en una entrevista concedida a La Vanguardia en 1997.
Resulta familiar. Al igual que el siguiente extracto de "La vida. Proceder con cautela", publicado por Time en 1990: "Los veinteañeros dan por sentados muchos de los objetivos reales de los años 60: los derechos civiles, el pacifismo, el feminismo y la liberación gay. (...) Para una generación que ha visto tanto fracaso en el sistema político, este activismo orientado a resultados parece mucho más válido y práctico".
Hay incluso más tópicos que consolidan la comparativa: ambas generaciones mostraban rechazo por los periódicos. "Los miembros de la generación X pueden ser compradores ávidos y dominar el mercado de los tejanos de diseño y las zapatillas caras, pero son tan escépticos con los medios como con los políticos", reclamaba en junio de 1997 Time.
"Esta generación joven de consumidores no está interesada en lo que aparece en primera página o en los titulares del telediario. La llamada generación X no tiene el gusanillo de las noticias", señalaba en la misma línea ABC.
Como se puede apreciar, las críticas a los jóvenes de hace un par de décadas resultan un calco casi exacto de lo que ocurre en la actualidad: temas valóricos, la dependencia de la televisión/celulares; mimados y apáticos; políticamente "soñadores". En ambos casos, se los acusó de vivir cómodamente, casi sin importar lo que vivieron sus mayores.