Se movía hacia adelante, hacia atrás y a una velocidad de cientos de miles de kilómetros por hora con un mismo patrón que se repetía cada 167 días.
Nadie era capaz de explicar qué hacía oscilar a este astro. Hasta que los científicos llegaron a una conclusión: solo podía ser un agujero negro, imposible de detectar incluso por el gran telescopio Observatorio Austral Europeo (ESO por sus siglas en inglés), ubicado en Chile.
"(La estrella) orbitaba alrededor de algo totalmente invisible que tenía una masa de más de cuatro veces la del Sol, ¡solo podía tratarse de un agujero negro!", dice en un comunicado de la ESO el director del equipo investigador Benjamin Giesers.
Esto es algo nunca visto hasta la fecha: un agujero negro inactivo que, al contrario que los demás, no se traga estrellas.
"Se suponía que casi todos los agujeros negros desaparecerían de los cúmulos globulares después de poco tiempo y que sistemas como este ¡ni siquiera deberían existir! Pero, claramente, este no es el caso", señala Gieser en el documento.
La tesis de los científicos que han dado a conocer su trabajo en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society es que este agujero negro son los restos mortales de otra estrella antigua que, antes de morir, colapsó sobre sí misma sin dejar escapar si quiera la luz.
Novedad doble
El hallazgo es importante por dos motivos. Además de registrarse un nuevo tipo de agujero que se creía imposible, también se ha descubierto una nueva forma detectarlos.
Antes de este descubrimiento, la única forma de observar directamente su actividad era a través de mediciones de radio o rayos X, pero solo si están absorbiendo el material a su alrededor. Ahora se ha demostrado que pueden localizarse gracias a los movimientos gravitatorios que provoca en otra estrella.
"Nuestro descubrimiento es la primera detección directa de los efectos gravitacionales de un agujero negro de masa estelar en un cúmulo globular", señala Gieser.
Los expertos aseguran que el hallazgo permitirá comprender cómo se forman los llamados cúmulos globulares (grupos de estrellas), la evolución de los agujeros negros y los objetos binarios, aquellos que permanecen interrelacionados por sub fuerza gravitatoria.
Los astrónomos concluyen que estos agujeros negros inactivos deben ser más comunes de lo que se pensaba y abren la puerta a una nueva composición del universo en la que agujeros negros y estrellas con luz conviven juntos.