Si no existiera el Transantiago, los capitalinos aún circularían en las micros amarillas, las que operaron hasta 2007. Según un análisis realizado por las empresas concesionarias, el costo del pasaje en esos buses llegaría a $ 550 en la actualidad si se suma el IPC acumulado en diez años.
La tarifa previa al actual sistema era de $ 380, mientras que hoy llega a $ 640, pero con diferencias claves. Actualmente existe una realidad distinta, pues los buses deben cumplir con indicadores de regularidad y saben dónde se detienen, debido a que los monitorea un software de gestión de flota. Guillermo Muñoz, director del DTPM, dice que los sistemas son radicalmente opuestos, pues los pasajeros hoy tienen una "tarifa integrada" que da derecho a transbordos gratis.
Boris Guerrero, presidente de la Confederación de Trabajadores del Transporte y dirigente de Subus, vivió los dos mundos, y dice que en el pasado incluso los conductores bajaban a los usuarios que no cancelaban y cobraban a los usuarios que subían por las puertas traseras. Añade que el Transantiago llevó a que, por primera vez, se detuvieran en cada parada. Hace una década esto dependía del chofer, pues incluso algunos no tomaban a los escolares, pues pagaban menos.
Agrega que existen menos robos, pues los choferes no portan la recaudación del día. Un aspecto del pasado considerado como "positivo" por Guerrero es que los conductores decidían el horario en que laboraban según la demanda.