Tarzán revive en la pantalla con mensaje anti imperialista
La leyenda de Tarzán se estrena este jueves en Chile, funcionando como una secuela a la clásica historia del hombre de la selva.
Existen, por lo menos, 200 películas sobre Tarzán, y no es un decir. Desde su introducción literaria a principios del siglo XX, el llamado "Señor de los Simios", ha sido uno de los personajes favoritos de la pantalla grande, adaptándolo con mayor menor complejidad por casi cien años.
En esta era donde el reboot y el remake mandan en Hollywood, una nueva versión del personaje era casi inevitable. Llega así La leyenda de Tarzán, que se estrena este jueves en Chile, dirigida por David Yates, director de las últimas cuatro Harry Potter.
La cinta renuncia a contar la historia clásica del personaje -que es narrada solo mediante flashbacks-, optando en cambio por ser una suerte de secuela. La historia comienza en Inglaterra, con Tarzán (Alexander Skarsgård) ya habiendo dejado su lugar en la jungla para vivir con su nombre de nacimiento, John Clayton III, conde de Greystoke, junto a su esposa Jane Porter (Margot Robbie). Eso hasta que un agente norteamericano, George Washington Williams (Samuel L. Jackson) solicita su ayuda para explorar el Congo, sobre el cual tiene sospechas que los belgas no están en una simple misión religiosa, sino que esclavizando al país.
Ni Tarzán ni Williams saben que están caminando hacia la trampa del capitán belga León Rom (Christoph Waltz), quien planea entregar al hombre salvaje al vengativo jefe tribal Mbonga (Djimon Hounsou), a cambio de diamantes que justamente servirán para financiar un ejército belga que permita profundizar la esclavitud de la población local. Pero Tarzán no se deja capturar fácil, por lo que Rom rapta a Jane en cambio, obligando a su marido a atravesar la jungla para recuperarla.
La cinta hace énfasis en un mensaje anti colonialista y anti racista, alejándose un poco del mundo más animal del personaje y enfocándose en los humanos, retratando los excesos del colonialismo europeo en Africa.
La aventura termina atravesando un Congo de una realidad paralela, donde el colonialismo es derrotado 60 años antes (Bélgica ocupó el país hasta la década de 1950) y las realidades más duras se ven limitadas a lo mostrable por una calificación de mayores de 14. "Una millonada de hombres tribales celebran cuando los belgas son derrotados, como si no fueran a causar más problemas", ironizó el periódico The Guardian en su reseña.
La inconsistencia de su mensaje ha sido parte de las razones por las que la cinta llega precedida de críticas irregulares. Si bien las actuaciones recibieron buenos comentarios, el filme ha recibido dardos por lo disperso de la trama y la calidad visual de los animales, creados con efectos digitales.
La película llega con una misión no menor: su elevado costo ($180 millones de dólares) implica que necesita recaudar cerca de $400 millones de dólares para cumplir con las expectativas. Por ahora, lleva $135 millones de dólares en taquilla internacional.
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