"Nadie ha sabido de mí, pero es lo mejor que he estado", anunciaba ya hace días Taylor Swift en una de sus canciones, Call it what you want, lanzada como el cuarto single de Reputation, el disco que debutó ayer. El año en que Swift salió, o se escondió, del radar mediático, tras peleas con ex novios, una Kardashian y otra estrella pop, ha decantado en este álbum que fue liberado pero no es cien por ciento libre: marcando su territorio como artista superventas, Swift decidió que el sexto álbum de su carrera no llegue a servicios de streaming por una semana; los fans que la quieran escuchar, deben pagar.
Y vaya que la quieren: expertos de la industria calculan que superará el millón de ventas en una semana, al igual que con sus tres discos anteriores; algunas proyecciones la hacen llegar al millón y medio.
Antes de esos hitos, Reputation en un solo día ya dio material para comentar en redes sociales a la legión de "swifties" que la adora alrededor del mundo, y que ha apoyado su cuidado traspaso del country al pop. Taylor Swift es quizás la artista más sobreanalizada de la industria, con cada canción y video generando ensayos, virales y posteos sin fin. Ella, una de las letristas más talentosas de su generación, lo que entrega a cambio es una supuesta transparencia total: su vida en rimas, frases irónicas y detalles de sus amores, desamores y batallas. Taylor Swift arma bandos, y quienes están de su lado reciben en Reputation todo lo que esperaban tras un año sin entrevistas, sin shows en vivo y sin apariciones en redes sociales: golpes dirigidos directamente a Kim Kardashian y Kanye West, sus últimos enemigos -This is why we can't have nice things-, la historia de cómo pasó del pololeo con el dj Calvin Harris al romance con el actor Tom Hiddleston -Getaway car-; y, cómo no, su actual historia de amor con el actor Joe Alwyn -Call it what you want -.
Y, con 27 años, esta vez las historias traen más guiños a la adultez que entregas anteriores; si bien Swift había anunciado en el single Look what you made me do que la "vieja Taylor" está muerta, no sólo se refería a la que sobrevivió a peleas públicas; es también pasado la vestida de princesa con rizos rubios perfectos. Reputation, que sigue siendo más vieja-Taylor-Swift de lo que ella misma está anunciando, tiene alusiones a alcohol, fiestas y hay canciones más directamente sexuales, que tienen a los swifties sonrojados -Dress-.
El sonido electropop de su entrega anterior, 1989, sigue ahí, y es llevado al extremo, a veces desdibujando su sello. El trabajo trae la firma de sus productores usuales, Max Martin y Jack Antonoff. Este último se ha transformado en el mejor aliado de las mujeres fuertes del pop: sólo este año, Antonoff es el productor de lo último de Lorde y de St. Vincent, siendo dos de los mejores álbumes del año. Reputation puede que no esté a ese nivel -el que logra el cruce casi mágico de cuando el pop se vuelve arte-, pero tiene algo distinto: la nueva Taylor no está muerta, y sigue siendo la reina del corazón abierto.