Washington y sus aliados europeos intentan convencer al mundo y a sus ciudadanos que el régimen sirio de Basher Assad es responsable de un supuesto ataque con armas químicas.

Pero los temores de que se repita, en parte, la historia de 2003 en Irak, cuando las tropas estadounidenses no hallaron el denunciado arsenal químico de Hussein, han enfriado hasta los ánimos más belicistas de los gobiernos. Así, mientras crece la reticencia en la opinión pública, ganaron terreno quienes exigen pruebas avaladas por los inspectores de la ONU, quienes recién el sábado dejarán Damasco y entregarán los resultados preliminares de su trabajo en terreno.