LA BELLEZA DE LO SIMPLE
Ubicada a los pies del cerro San Cristóbal, en el sector de Pedro de Valdivia Norte, el arquitecto Mathias Klotz decidió reemplazar el rectángulo de pasto –que esperaba una piscina hacía ya 44 años– y seguir fielmente el trazado del arquitecto original de su casa, Ignacio Covarrubias. Su intención era levantar una obra que pareciera que siempre estuvo allí, y que tanto niños como adultos pudieran disfrutar. Su diseño responde a la decisión de integrarla como un elemento más al jardín, de dar continuidad al verde del San Cristóbal y anexar visualmente el conjunto al extenso parque del cerro, así como también a una cuestión de ocio, donde predomina la acción de admirar el paisaje. Por ello la estructura cuenta con una zona baja –de 50 cm– donde se puede sentar cómodamente dentro del agua a contemplar el jardín y a los niños correr, y otra más profunda –de 1,50 m–, donde también se accede a este privilegio, pero flotando. Por otra parte, los focos empotrados en uno de los muros de la parte más honda permiten observar a los niños en la piscina cuando se está en el balcón del dormitorio o en la terraza del techo de la casa. www.mathiasklotz.com
EJERCICIO DE CONTRASTES
Asomada en lo bajo de una pendiente en los cerros precordilleranos, la situación de esta piscina recoge varias soluciones para crear una visión conjunta y heterogénea de espacialidad, que integra varios usos: jardín, terrazas, piscina y baño-camarín. De este modo, el arquitecto Mauricio Solé también contuvo la pendiente de 3 m en 14 m de longitud y propició un peso visual equilibrado. Una decoración contenida, contemporánea y austera define los exteriores de este pequeño jardín. Los diferentes niveles que articulan la obra son una explanada de césped, un mirador, una gradería y una terraza abierta (deck de madera). El trazo en forma de L proyectó una piscina normal rectangular (3 x 5 m), junto con una pista de nado (12,50 x 1,50 m). Los diferentes matices de color esmeralda del agua –revestimiento interior marble dust– contrastan con la piedra pizarra del borde, el deck y los durmientes de las gradas y muros de contención del jardín. mauriciosole@vtr.net
TECHO VERDE
Los arquitectos Cristián Undurraga y Ana Luisa Devés son los artífices de esta obra. Construida en Santa María de Manquehue en 1990, cuando en nuestro país comenzaba la restricción vehicular por la alta contaminación atmosférica de Santiago y recién se estaba acuñando el término de arquitectura sustentable en el mundo, esta piscina se situó en la quinta fachada, literalmente en un techo verde habitable. De esta manera se propuso al nivel de la cubierta de la casa un nuevo suelo que seguía el alineamiento de dos muros extendidos a lo ancho del terreno. Su emplazamiento y las características escarpadas del terreno, junto con la utilización de este techo caminable, establecen a la distancia un continuo diálogo con el centro de la ciudad y un aprovechamiento máximo de sus espectaculares vistas. En la zona de la piscina, además de estar construida en hormigón armado, se utilizó piedra recogida del mismo terreno, lo que hoy se considera ambientalmente consciente y un punto favorable en la huella ecológica, donde también se mide la energía requerida en la extracción de los materiales y los recursos naturales utilizados en una construcción. www.undurragadeves.com
GEOMETRIA CONTINUA
En el sector de San Damián se ubica esta piscina –obra del arquitecto Germán Lamarca– cuyas líneas se extienden de la misma vivienda que la acoge. La estructura está dividida en dos sectores: un estanque, con maceteros de hormigón en obra que contienen plantas acuáticas, y la zona de nado propiamente tal. Ambas están separadas por una escalera a nivel del agua que recorre el muro hasta la terraza de la planta superior. Los materiales se encargan de delimitar el sector de la piscina ante el jardín, obra de las paisajistas Josefina y Pía Passalacqua. La piedra blanca de la zona de la piscina sorprende por su luminosidad y realza el conjunto. Tel. 2089441
ANTESALA AL MAR
Los arquitectos Tomás García de la Huerta y Cristián Yazigi plantearon esta piscina –ubicada en la zona de Quintay, en la V Región– como un lugar de intimidad y encuentro. Para ello aprovecharon un terreno escarpado e inutilizado. La estructura –de hormigón armado, deck de madera y muros de piedra pizarra– quedó totalmente autónoma de la segunda vivienda, exactamente 30 m por debajo de su nivel, y su cercanía al mar permitió además convertirla en un resquicio de agua atrapada entre las rocas, después de un temporal, y que se tempera a través de una caldera a gas y bombas de retorno para el rebalse. Una de las claves del conjunto reside en simular estar enrasado con el nivel del mar a través de un perfil exterior de la piscina de color blanco que destaca el borde infinito, y también por la extensión hacia el horizonte de un mirador en volado. Tel. 7353481
DE SILUETA ESBELTA
A simple vista, esta piscina se oculta de la casa. Sólo se descubre de a poco a medida que uno se acerca a ella. Está situada en un extremo, en un abrupto desnivel propio del terreno, y por detrás del geométrico paisajismo creado por Juan Grimm. Allí los arquitectos Benjamín Oportot y Maurizio Angelini incorporaron un pequeño muro de contención que limita la piscina en todo su largo (19 m). Realizado con travertino nacional en formato milhojas, el muro se articula con la piscina a través de un estanque abierto de compensación, con borde infinito, el que compensa el volumen de agua que sale de la piscina en la recirculación y permite prescindir del skimmer en el proceso de filtrado. La estructura dispone de un área para niños (30 cm profundidad). Los pavimentos –planchas de travertino– mantienen una continuidad con la terraza de la vivienda, pero en una terminación rústica y antideslizante. Aquí también utilizaron calefactores solares. www.57studio.com