Alzbeta Ehmhofer era una colegiala eslovaca de 13 años cuando el ejército soviético entró en Checoslovaquia para "restaurar el orden" después de que la Primavera de Praga de 1968 prometió algunas libertades al país del Pacto de Varsovia.
La crisis que se desarrolló en Crimea el lunes, que se escuchó a todo volumen en el televisor del departamento de Ehmofer en Viena, la transportó nuevamente casi 46 años atrás, cuando los tanques verdes del ejército pasaron retumbando por su casa en Filakovo, una ciudad eslovaca del sur, cerca de la frontera húngara, y los vecinos se ocultaban de los invasores encabezados por los rusos.
"Es como fue aquí en 1968", dijo refiriéndose a la revuelta en Ucrania, la ex república soviética que experimenta su segunda revolución como país independiente.
"No cambió nada. Hasta los tanques son iguales", agregó.
El presidente Barack Obama canceló un viaje a la ciudad rusa de Sochi para los Juegos Paralímpicos, en tanto líderes políticos de Europa hablaron de sanciones económicas contra Rusia.
Época oscura
Los checos y los eslovacos, que se dividieron pacíficamente en 1993, "todavía recordamos la invasión rusa de 1968", dijo el ministro de Relaciones Exteriores checo Lubomir Zaoralek.
"Todos pensábamos que Rusia se había incorporado a las filas de los países civilizados, de modo que es un despertar muy brusco ver que aún ahora, en el siglo XXI, se puede violar el territorio de un país con fronteras claramente definidas", añadió.
Hace 25 años, los países que se extendían desde Estonia sobre el Mar Báltico hasta Rumania junto al Mar Negro comenzaron a alejarse de los regímenes comunistas controlados por Rusia hacia democracias progresistas y economías de mercado.
Desde entonces, 11 ex países comunistas son actualmente miembros tanto de la Unión Europea como de la Organización del Atlántico Norte.
"La situación evoca ciertos recuerdos históricos que teníamos la esperanza de haber olvidado", dijo Eugeniusz Smolar, experto en política exterior en Varsovia que en un momento huyó de la Polonia comunista.
"Ocurre simplemente que este recuerdo histórico, nuestro sentimiento de soledad y abandono por parte de nuestros aliados, en 1939 por ejemplo, se traslada fácilmente a nuestros sentimientos sobre Ucrania en este momento", agregó.
Janusz Czapinski, profesor de psicología social en la Universidad de Varsovia que dirige la encuesta de opinión pública más grande en Polonia, dijo que los sucesos en Crimea y la invasión de 1968 a Checoslovaquia no son necesariamente paralelos y alertó respecto de leer demasiado el pasado en los hechos actuales.
"Aquello fue hasta cierto punto una pelea familiar dentro del pacto de Varsovia", dijo.
"Hoy es totalmente distinto. Los polacos no están asustados por estos hechos. Quizá cerca de la frontera oriental, pero eso se debe a que temen el ingreso de refugiados, no una invasión", acotó.