La relación entre el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, nunca ha sido miel sobre hojuelas. Los desencuentros han marcado el curso de los últimos cinco años, muy lejos del excelente momento que israelíes y estadounidenses tuvieron durante los dos gobiernos de George W. Bush (2001-2009). Tan sólo este año, el nexo entre estos históricos aliados se ha visto debilitado tanto por la operación israelí Margen Protector en Gaza como por la mantención y ampliación de la política de asentamientos en Cisjordania y Jerusalén Este, que la Casa Blanca considera perjudicial para el diálogo de paz con los palestinos.
De acuerdo con la agencia AP, ha habido crecientes preocupaciones por una posible nueva crisis entre EE.UU. e Israel. Esto, luego de que la semana pasada el ministro israelí de Defensa, Moshe Yaalon, no fuera recibido en Washington por altos funcionarios -como el vicepresidente Joe Biden- y asesores de seguridad nacional estadounidenses, tal como lo había solicitado y era la costumbre en el pasado. Según AP, el plantón radica en que Yaalon formuló comentarios negativos sobre el secretario de Estado John Kerry. La agencia Dpa, a su vez, recuerda que EE.UU. dijo estar "decepcionado" de que Yaalon no pidiese disculpas por haber calificado a Obama, en marzo, de "débil".
Lejos de calmar el ambiente, ya crispado esta semana por las críticas a la autorización de edificación de más de 1.000 viviendas en barrios de Jerusalén Este, un artículo publicado ayer por la revista estadounidense The Atlantic agitó con fuerzas las aguas. En el texto, escrito por el periodista Jeffrey Goldberg, un alto funcionario del gobierno de Obama califica a Netanyahu de "cobarde". El autor sostiene que este comentario es un reflejo de cómo ambas partes hablan la una a la otra a puertas cerradas, otra señal "de que las relaciones entre los gobiernos de Obama y Netanyahu se han movido a una crisis en toda regla". "Lo bueno de Netanyahu es que tiene miedo de iniciar guerras. Lo malo es que no hará nada para conseguir un acuerdo con los palestinos o con los países árabes sunitas. Sólo le interesa protegerse de una derrota política. El no es (Isaac) Rabin, no es (Ariel) Sharon, y claramente no es (Menachem) Begin. No tiene agallas", agregó el alto funcionario, que no fue mencionado.
En Israel, esas palabras sacaron chispas. El ministro israelí de Economía y líder nacionalista, Naftalí Bennett, aseguró ayer que "hablar mal del primer ministro y ponerle apodos no es un insulto contra él, sino contra millones de judíos e israelíes en el mundo", según consignó la agencia EFE. Netanyahu, a su vez, replicó ayer, durante una comparecencia ante la Knesset (Parlamento), que "pese a todos los ataques contra mí, continuaré defendiendo nuestro Estado (...) a los ciudadanos de Israel (...) (Como primer ministro) he arriesgado mi vida por el país y no estoy preparado para hacer concesiones que pongan en peligro a nuestro Estado", agregó, según consignó Efe. En cuanto a los lazos bilaterales, Netanyahu dijo: "Desde la fundación de nuestro Estado hemos tenido desavenencias con EE.UU., y aún las tenemos. Pero eso no es a expensas de nuestras profundas relaciones entre nuestros pueblos y países".
Washington, a su vez, se desmarcó de los comentarios citados en el artículo y destacó que "definitivamente, esa no es la opinión del gobierno (de Obama), y creemos que este tipo de comentarios son inapropiados y contraproducentes", afirmó ayer Alistair Baskey, vocero del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca.