"Cuando tuve la oportunidad, no estuve a la altura". Las palabras son de Paulo Garcés. Y son el análisis más descarnado de su actuación con la camiseta de Colo Colo. El Halcón ha sufrido más de la cuenta en Macul. Y es que tiene razón: cuando fue requerido durante el segundo semestre, no respondió acorde a la envergadura del cuadro de Pedreros.

Por lo mismo, el de ayer era un encuentro especial. La rotura de ligamentos de la rodilla derecha de Justo Villar le abrió la puerta del equipo estelar. La tarea no era sencilla, los de Pablo Guede venían de cinco encuentros ganados (considerando el Apertura y la Copa Chile) y con la ilusión a tope de sumar tres puntos como local ante San Luis para entrar de lleno en la discusión por el título.

Garcés empezó animado. Antes del encuentro, se vio particularmente activo durante el calentamiento. Con el apoyo constante del meta suplente, Álvaro Salazar, y del preparador de arqueros, Julio Rodríguez. Cuando terminó el trabajo de precompetencia, los tres se fundieron en un abrazo.

Después, cuando su nombre fue anunciado entre los titulares, el público le regaló un fuerte aplauso. "Tranquilo no más, Paulo", se escuchó desde muchos sectores, mientras se multiplicaban los aplausos. Confianza había.

Las frustraciones se iniciaron junto con el partido. Colo Colo no jugaba bien y eso contagiaba a todos. Incluido al arquero, que evidenciaba dudas cuando le tocaba intervenir. Tras el primer tanto, el meta se vino abajo. ¿Por qué me pasa esto a mí?, parecía preguntarse. Mirando al cielo. Buscando respuestas que no llegaban. Sin dar crédito a las facilidades que tenían los quillotanos para hacer daño a un confundido equipo local.

Las desaplicaciones de los de Guede no se detendrían. En un primer tiempo para el olvido, San Luis se fue al descanso 0-3 en ventaja. El meta pudo hacer poco para evitar la goleada transitoria. No tuvo responsabilidad, aunque él parecía pensar que sí. Se fue al descanso cabizbajo. Abatido. Sus compañeros no lucían mucho mejor.

Sin reacción

En el segundo tiempo, el visitante resignó a cualquier intento ofensivo. Garcés, en tanto, siguió activo, pero en un llamativo silencio. No se le vio gritar u ordenar en demasía a sus zagueros, como acostumbra a hacer Villar, por ejemplo. Los esfuerzos del de Parral estaban concentrados, más bien, en minimizar cualquier opción de cometer un error. Los fantastas de partidos pasados siguen rondando su cabeza.

Y lo consiguió. En parte porque casi no fue exigido en el complemento y porque el Cacique despertó.

Al final, Esteban Paredes fue el héroe, pero Garcés vivió su partido especial. Recuperó el arco, pero las cosas no salieron como él seguro esperaba. Los hinchas no lo recriminaron más de la cuenta, pese a que el murmullo de incomodidad fue evidente cuando quiso salir jugando eludiendo rivales.

El domingo, Garcés enfrentará una presión mayor, regresará a San Carlos de Apoquindo a enfrentar a la UC, el club donde se formó y se fue con polémica. Será otro desafío, otra historia.