Un estudio para analizar la calidad de vida de las mujeres climatéricas tratadas con bajas dosis de estrógeno fue realizado por académicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile liderados por el doctor Arnaldo Porcile, especialista del Departamento de Obstetricia y Ginecología Oriente.

El artículo fue publicado en la revista europea Maturitas, donde se da a conocer que el uso oral de la hormona sexual femenina en mujeres de entre 45 y 64 años mejoraba su calidad de vida en forma estadísticamente significativa. Asimismo, la investigación arrojó que al suministrarles una terapia de reemplazo hormonal en dosis baja, los resultados eran aún mejores.

Para hacer esta medición se aplicó una encuesta a 844 mujeres concurrentes a sus controles preventivos habituales en los consultorios de atención primaria del Servicio de Salud Metropolitano Oriente (SSMO), la cual fue validada previamente por los profesionales chilenos ajustándola a la realidad del país. A través de este instrumento se midieron diversos aspectos, incluidos los somáticos, psicológicos y urogenitales.

Según explica el doctor Porcile, el climaterio es una etapa de transición, de carácter involutivo, durante la cual desaparecen las menstruaciones, se producen signos de desfeminización y hay cambios psicológicos como consecuencia de la disminución progresiva de la función ovárica.

Eso provoca bochornos, depresión, dolores de cabeza, dificultades sexuales, problemas urinarios, aumento de peso y, en algunos casos, osteoporosis. "La calidad de vida de las mujeres disminuye notablemente y si consideramos que la edad promedio de la menopausia en Chile es de 48 años, entonces se hace necesario ayudarlas", plantea.

PIONERO EN DOSIS BAJAS
El doctor Porcile explica que ya en los años '70 inició los tratamientos de terapia de reemplazo hormonal con dosis baja añadiendo cada tres meses el uso de otra hormona, la progestina, con el objetivo de descamar el endometrio y así prevenir el cáncer. Sin embargo, el gran estudio WHI (Women's Health Initiative) del 2002, destinado a medir los riesgos cardiovasculares de las mujeres que recibían estrógenos conjugados en dosis que hoy son consideradas altas, generó una serie de aprehensiones que se extendieron entre la población y que han desatado dudas, incluso, entre la comunidad médica.

"Sabemos que fue un estudio mal diseñado y que el uso combinado y permanente de estrógeno y progestina en esas dosis no tiene gran asidero. De hecho, usando la mitad de la dosis que se empleó en el estudio WHI se consiguen las expectativas metabólicas  disminuyendo de paso los riesgos y los problemas asociados, tales como el dolor de mamas, jaqueca o el sangramiento excesivo", comenta el doctor Porcile.

Por lo tanto, señala, hay que dar vuelta a la página y dejar de citar esta investigación estadounidense que ha generado tanto ruido a nivel público. "Nuestro mayor interés es que la mujer tenga una buena calidad de vida y si bien cada cual decidirá si va a emplear o no el tratamiento tras una evaluación médica que determine si existen riesgos asociados, es importante que no lo relacionen con cáncer porque esta no es una patología generada por estrógenos", apunta.

El especialista comenta que hace varios años diseñaron una guía orientadora para el manejo de climaterio que fue socializada en el SSMO y que se ha aplicado en la población femenina que se atiende en el sector. "No creo que en ninguna otra parte de Chile haya tantas mujeres climatéricas que son usuarias del área pública y que reciben tratamiento hormonal, buena parte de ellas con dosis bajas, que es la tendencia que se está imponiendo en el mundo", comenta.

Agrega que incluso estuvo trabajando, junto a otros profesionales, en un documento para incorporar la terapia de reemplazo hormonal al AUGE. "Este es un tema importante de salud pública porque si hablamos de igualdad de género tendríamos que considerar que la mujer climatérica tiene derecho a una existencia plena, sobre todo porque la expectativa de vida en Chile es muy alta y, por lo tanto, durante varias décadas estará sufriendo las consecuencias de la falta de hormonas y los riesgos de padecer osteoporosis", acota.