"Es una experiencia que no le deseas a nadie que la viva", confiesa Patricia Godoy. En esta entrevista telefónica con La Tercera la profesora de la escuela Enrique Rébsamen, el colegio símbolo de Ciudad de México, donde al menos 21 niños y cuatro adultos perdieron la vida tras el terremoto del martes pasado, relata la traumática experiencia que vivió ese día junto a sus alumnos.
¿Usted hizo un simulacro esa mañana con sus alumnos?
Sí, esa mañana era el 32° aniversario del terremoto y siempre se hace un simulacro en Ciudad de México. A las 12:00 sonó la alarma pública, entonces ya sabíamos que iba a haber un simulacro. Todos los niños de primaria llegaron al patio, que era la zona de seguridad, en 45 segundos. Todo estuvo bien. Luego tuvimos el recreo y a las 12:30 reiniciamos las clases.
¿De qué curso eran sus alumnos?
Eran del grupo de segundo año. Esto es de siete años.
El terremoto fue a las 13:14. ¿Qué estaba haciendo a esa hora?
Estábamos en clases. La alarma de la escuela no sonó. Otras veces había funcionado perfectamente. Es más, la alarma de la Ciudad de México, que se alcanzaba a oír ahí, tampoco se escuchó. "Niños, está temblando", les dije. Entonces detuvimos (nuestras actividades), los niños se levantaron y empezamos a salir muy rápido. Ahí veo a la colega, cuyo salón estaba junto a la escalera, con sus niños detrás de ella. Había muchísimo ruido. Comenzó a ser cada vez más fuerte. Ya no podíamos caminar, entonces me quedo en el suelo y le pido a mis niños que se hinquen. Podrás imaginar el tipo ruido, es un ruido que no puedo describir, porque caían vidrios y otras cosas. Yo abría los ojos y trataba de cubrir a mis alumnos. Los tenía abrazados, abría los ojos hacia el otro lado, porque había una inmensa nube de polvo. No veía nada. Lo único que hacía era abrazarlos a los cinco, como una suerte de escudo, para que supieran que estaba con ellos.
¿Cuál diría que fue el momento más complicado?
Yo creo que el momento más difícil para mí fue estar viendo a mis alumnos y escuchar cómo todo se caía. Yo oía muchísimos vidrios (quebrarse) y sentía muchísimas piedras caer sobre nosotros, mucha arena, agua que pasaba por nuestras mejillas y no poder ver nada. Pensé que se iba a caer todo.
¿En algún momento perdió la fe de salvar con vida?
La verdad es que sí. Cuando vino el movimiento más duro y escuchaba como se caía todo pensé que nos íbamos caer todos ahí. Pero la verdad es que debes tener fortaleza, tranquilidad, sobre todo por mis chiquitos que me gritaban que nos íbamos a morir. "Nos vamos a morir, nos vamos morir", gritaban. Y yo les decía: "No, no, tranquilos. Yo los estoy cuidando. Ahorita se termina".
[caption id="attachment_864195" align="aligncenter" width="820"]
Claudia Ramírez falleció en el terremoto. A la derecha, Patricia Godoy, maestra de la escuela.[/caption]
¿Hubo otras colegas suyas que no pudieron escapar?
De primaria sólo murió mi compañera Claudia Ramírez, que era la que iba delante de mí. La última imagen que tengo de ella es cómo voltea su cara hacia arriba. O sea, yo creo que ella sintió que algo se venía desplomando desde arriba. Ella voltea hacia arriba, pero sigue caminando con sus niños. El cadáver de Claudia lo recuperaron el mismo día del terremoto.
¿Y qué hace cuando el terremoto se acaba?
Cuando pudimos ver, cuando pude abrir los ojos, levanto a los niños y les digo "vamos a regresar". Y vimos que el lado izquierdo se había derrumbado por completo. Regresamos al salón de donde salimos y ahí me encuentro con dos compañeras que venían con los siguientes dos grupos. Entonces nos empezaron a gritar que bajáramos. Lo hicimos por el lado contrario, por una escalera que había quedado en pie. Nos fuimos a la zona de seguridad, que era el patio de la primaria, pero había una fuga de un tanque de gas. Entonces sacamos a los niños por una puerta lateral del colegio a la calle y un condominio que estaba al frente nos abrió sus puertas y nos dijeron que metiéramos a los niños ahí. Luego empezamos a hacer la lista de los pequeños que estaban entrando en ese patio, para luego registrar cuáles se estaban yendo con sus papás.